La frente de Sofía se frunció fuertemente, la neblina levantándose de su mente mientras la claridad atravesó su confusión.
Su mirada se agudizó, aterrizando acusadoramente en Jack.
—Me dijiste que Álex te destrozó las manos y los pies —espetó, ojos ardiendo como brasas humeantes—. ¿Ahora dices que los matones te golpearon? ¿Cuál es la verdad, Jack?
Florence saltó, su voz estridente de urgencia. —¡Sofía, fue Álex quien atacó a Jack primero, luego contrató matones para terminar el trabajo! ¿No puedes ver la verdad?
—¡Así es! —gruñó Jack, la desesperación afilando el borde de su voz—. Sofía, ¿cómo puedes dudar de tu propia familia, tu madre y hermano, por un don nadie como Álex? ¡Casi nos mata!
Disgustada, Sofía giró sobre sus talones, saliendo furiosa del cuarto, la furia y la duda luchando dentro de ella.
Se movió rápidamente para encontrar a Barco, el conductor de confianza de su madre, pero en el momento en que sus ojos se encontraron, Barco visiblemente palideció, sus pies corriendo