Los ojos de Jericho Kane se ensancharon con una furia repentina y aterrorizada mientras balanceó su brazo, el dorso de su mano golpeando a Scarlett tan fieramente que sus dientes se esparcieron por el piso de mármol pulido como dados arrojados de la mano desesperada de un jugador.
Su cuerpo delgado golpeó el suelo fuerte, desplomándose como una muñeca desechada.
—Me disculpo profundamente, Señor Álex —tartamudeó Jericho, voz temblando con pavor.
—Scarlett es mi sobrina, temeraria y tonta—no sabe cuándo cerrar esa boca venenosa suya. Confíe en mí, le enseñaré modales apropiados.
Jericho tembló, temeroso de que Álex se encendiera como dinamita, desatando una explosión de rabia alimentada por su amiga secuestrada.
Scarlett, sangre goteando de su boca rota, fulminó desafiante a Jericho, abriendo sus labios para protestar.
Pero antes de que una sola palabra se deslizara libre, Jericho explotó en acción salvaje, pateando su cara despiadadamente.
—¿No puedes mantener cerrada esa trampa veneno