Álex miró a Bella y soltó un suspiro cansado.
Levantó una pequeña botella de vidrio con una sola píldora adentro y se la extendió.
—Si algo te pasa —dijo en voz baja—, usa esta píldora. Pero marca mis palabras: esto es solo una medida temporal. Realmente necesitas ayuda... y tal vez soy el único que puede proporcionarla.
El corazón de Bella aleteó, su respiración se atrapó en su garganta, y antes de que pudiera pensarlo dos veces, las palabras simplemente se derramaron:
—Creo en ti.
Álex parpadeó, atónito. —¿...Qué?
Los ojos de Bella se abrieron. —¡Q-quiero decir—sí! Yo... tengo una condición cardíaca —tartamudeó, sus mejillas volviéndose de un rosa suave, como el cielo antes del amanecer.
—Y creo que... solo tú puedes arreglarla.
Hubo una pausa larga e incómoda.
Entonces, tratando de recuperarse, agitó sus manos un poco demasiado rápido.
—¡N-no así! Quiero decir... no el tipo cursi de cosa de corazón enamorado...
Miró hacia otro lado, mordiéndose el labio inferior, su voz bajando a un