La voz de Lidia tembló mientras agarró la manga de Jericho.
—¿Qué vamos a hacer ahora? Dime que Bella va a salir adelante, ¿verdad?
Jericho se inclinó, susurrando a través de dientes apretados: —No sé —su mente corriendo por cualquier milagro que aún no hubiera intentado.
Su reserva de energía interna se estaba adelgazando a un goteo peligroso.
Una vez que esa chispa final muriera, el latido de Bella la seguiría a la oscuridad.
La mirada de Lidia se dirigió a la mesita de noche, donde una caja de terciopelo carmesí descansaba junto a una nota escrita a mano.
El mensaje, escrito con la letra cursiva de Bella, decía: "Si alguna vez estoy en peligro, usa esta píldora."
Incluso había garabateado un pequeño corazón rojo junto a las palabras, su fe sellada en tinta y emoji.
—Jericho, tenemos que intentar esto —instó Lidia, chasqueando la tapa abierta y levantando la botella adentro.
Era el mismo elixir que Álex le había deslizado a Bella—su recuerdo atesorado, un voto de para siempre disfraz