Álex parpadeó, confundido.
—Disculpe... ¿qué dijo, Maestro?
El anciano sonrió con malicia. —Me escuchaste bien, muchacho. Este supuesto "mundo" es un gran engaño, una ilusión barata. ¿Alguna vez te has molestado en cuestionar por qué estás vivo? ¿Cuál es el propósito de la vida? ¿A dónde vas después de la muerte... y realmente crees que volverás a vivir una vez que estés muerto?
Un escalofrío recorrió la columna de Álex. —Maestro, ¿está hablando de la reencarnación? Morimos y luego regresamos... pero con una nueva vida, ¿verdad?
La risa del anciano raspó la habitación como un clavo oxidado arañando metal.
—No te hagas ilusiones, chico. ¿Quién dice que obtienes un nuevo comienzo cada vez? ¿Y si después de caer muerto, vuelves directamente al primer día del mismo guion gastado? Una y otra vez. Como un bucle de video defectuoso que nunca deja de repetirse porque eres demasiado ciego e ignorante para darte cuenta.
Álex tragó saliva con dificultad. —Eso es... aterrador.
—¿Aterrador? —El lab