—¡Un maldito momento! —gruñó el Sr. Herrera, con los ojos desorbitados por la incredulidad—. ¿Realmente esperas que me trague la idea de que un simple humano puede diagnosticar un cultivo bacteriano solo con probarlo? ¡Eso es una completa estupidez! Debes estar haciendo trampa, mocoso asqueroso. No hay forma de que supieras que mi cultivo es Bacillus anthracis a menos que hayas espiado mis notas.
Álex simplemente puso los ojos en blanco, con expresión de aburrimiento.
—¿Espiar? Claro, como si el olor por sí solo no fuera una señal evidente. Déjame explicártelo, Profesor Genio: prácticamente pude detectar tu mediocre ántrax desde el momento en que lo trajiste.
—Y aunque intentaste presentarlo como algo impresionante, ni siquiera eres lo suficientemente profesional como para mutarlo correctamente. A pesar de que es tan básico que hasta un estudiante de secundaria aburrido podría haberlo preparado en clase de ciencias.
El Sr. Herrera sintió que su orgullo era picado por un avispón. La arr