—¿Crees que me asustas solo porque me retas a un combate a muerte? Puedo ser joven, pero no temo arriesgar mi vida con alguien como tú.
Sus palabras audaces contrastaban totalmente con el hecho de que tropezó hacia atrás, casi cayéndose. Si alguien se fijaba, notaría lo mucho que le temblaban las manos.
Sofía, intentando calmar la tensión, alzó las palmas. — Miren, no hay que exagerar esto. ¿Podemos hablar y aclarar lo que pasó antes de que empiecen los golpes?
El hombre de blanco arqueó una ceña y señaló a Jack como si fuera basura. —¿Por qué no le preguntan a ese “genio” qué pasó? Entró como si nada, agarró a mi mujer como un perro baboso y golpeó a mis hombres cuando le pidieron que se alejara. Esa es razón suficiente para darle una lección. ¿Y ahora aparecen como una manada de chihuahuas, ladrando que llamarán a más gente para destrozar mi bar?
Sofía miró a Jack; el idiota seguía agarrando su mejilla hinchada, con miedo y rabia en su rostro.
—Jack —dijo abruptamente—, ¿en serio le