—Esperen, ¿el Dr. Owens no debería estar destrozando a Álex? ¿Por qué está jugando a “golpear al topo” con Vincent? —susurró entre dientes uno de los lacayos de Lancaster.
—¡Maldito imbécil! ¿Cómo te atreves a usar mi nombre para inflar tu ego insignificante? ¿Para estafar a gente que no sabe sobre medicina? ¡Haré que lamentes el día en que aprendiste a hablar!
El Dr. Owens rugió aún más fuerte y le lanzó una patada a Vincent, que impactó con un golpe sordo. Vincent quedó tendido como un animal atropellado, con sangre brotando de sus labios agrietados. ¿Esa sonrisa arrogante que tenía antes? Ahora solo era una máscara grotesca de dolor y vergüenza, toda su fanfarronería había sido eliminada en tiempo récord.
Jonathan Owens se giró y encontró la mirada firme de Álex, podía sentir su propio corazón golpeando contra sus costillas; ese era el hombre que una vez le había salvado la vida, la persona que había pasado años intentando encontrar. Y gracias a ese farsante inútil, casi había perdi