Tras incontables horas de oscuridad, los ojos de Álex finalmente se abrieron poco a poco.
Un dolor sordo le recorría todo el cuerpo.
—Álex, ¿estás despierto?
El alivio en la voz de Kelly resonó en las paredes estériles del hospital. Sus ojos brillaban con lágrimas contenidas, y antes de que pudiera reaccionar, se aferró a él en un abrazo feroz.
—Me asustaste hasta la muerte —susurró con voz temblorosa—. No vuelvas a hacer algo así.
Álex soltó una risa débil mientras intentaba acomodarse mejor.
—Estoy bien, Kelly. Deja de mirarme como si fuera a desplomarme en cualquier momento.
Antes de que ella pudiera responder, la puerta se abrió de golpe con un clic sonoro y Jasmine entró con elegancia, seguida por Lyra, ambas eran deslumbrantes a su manera.
—¡Álex! —exclamó Jasmine, con un tono teñido de urgencia. Se apresuró hacia su cama— Gracias a Dios que estás bien. Estábamos preocupadas.
Álex le dedicó una sonrisa tenue. —Estoy un poco golpeado, pero sobreviviré.
La mirada de Jasmine se posó