Marco, Sofía y Megan habían decidido separarse y encontrarse con Jasper al día siguiente. Pero cuando Marco condujo su coche hacia la mansión de su familia, un extraño presentimiento comenzó a roerle las entrañas. Las calles estaban casi vacías, los faroles parpadeaban como antorchas moribundas y un silencio opresivo lo cubría todo.
De pronto, un chillido de neumáticos y un par de faros desgarraron la penumbra. Un vehículo embistió su parachoques delantero, lanzándolo hacia atrás. Apenas tuvo tiempo de jadear antes de que otro coche chocara con la parte trasera, dejándolo atrapado.
El corazón de Marco golpeaba con fuerza contra sus costillas, pero luchó contra el impulso de huir, porque no había a dónde escapar. Entonces, le llegó un golpe seco: una barra de hierro estalló contra la ventanilla lateral.
Los fragmentos de vidrio volaron como un confeti mortal, por lo que él se agachó, alzando los brazos para protegerse, pero fue demasiado lento. Una mano áspera le agarró un puñado de cab