—¿Crees que vinimos aquí para una charla amistosa? ¿Te acuerdas de cuando me diste ese golpe traicionero en la sede de Kingston? Es hora de cobrármela, imbécil.
La figura corpulenta junto a Charles flexionó los hombros, crujiendo los nudillos.
—¿Este flacucho es el que quieres que me encargue de golpear diez veces más fuerte?
—Byson, te presento a la basura inútil que se fijó en mi hermana menor y me hizo echar de mi propia familia —escupió Charles, cada palabra goteando veneno.
Byson se rió entre dientes, mirando a Álex con burla de pies a cabeza.
—¿Un enclenque como tú? Apuesto que solo sabes luchar entre las sábanas, gigoló cobarde. Déjame enseñarte modales por haberle pegado a mi amigo.
Kelly lanzó una mirada de disgusto a Byson y Charles.
—¿Quién soltó a este perro bocón? ¿Por qué no se arrastran de vuelta al hoyo de donde salieron?
Álex sonrió con sarcasmo, uniéndose sin esfuerzo.
—Cuidado, Kelly. No puedes razonar con perros callejeros: no hablan nuestro idioma humano.
El rostro