55. CAZANDO A LA ESPOSA
NARRADORA
—¿No le parece que, para odiarme, ya le he hecho demasiados favores, príncipe lycan?
—Pagaré cada uno de ellos. Tu tribu colinda con el pantano de las fronteras, me aseguraré de darle beneficios —el imponente hombre prometió sin dudar.
—¿Por qué no sana sus cicatrices y restaura su cuerpo?
—No quiero que Lorien sepa que recuperé mis memorias y a mi lobo… no aún —Damon le pedía discreción.
—De mi parte no lo sabrá, pero hizo una buena conmoción, quizás escuchó o vio algo. Como sea, mi gente no dirá nada —eso no fue problema para él, los asuntos de alcoba del príncipe lo traían sin cuidado.
Asher, aún débil, invocó un portal por donde llamaba a sus criaturas contratadas, pero esta vez, el pasadizo flotando en la nada los llevaría hasta el refugio con su gente.
Damon pasó a través de la grieta espacial con ansias locas de encontrarse, de ver cómo arreglaba la situación.
Se tapó los huevos con las manos y lo último que se vio en el pasillo oscuro fueron sus musculosas nalgas.
**