Un par de días más tarde…
Margaret revisaba por enésima vez el listado de invitados en la pantalla del ordenador, cruzando datos, ajustando horarios, verificando nombres. A su lado, Elize, su asistente, sostenía una carpeta con los informes impresos y hablaba con esa precisión meticulosa que solo adquiría cuando estaba realmente concentrada.
—La disposición de las mesas ya está confirmada —dijo, pasando una hoja—. El catering llega a las seis, los técnicos de sonido a las cinco y media. El presentador pidió una pequeña modificación en el guion de apertura, ya la corregí y la envié a la imprenta.
Margaret asintió sin apartar la vista de la pantalla.
—¿Y las invitaciones personales? —preguntó, tecleando con rapidez.
—Todas entregadas. —Elize revisó otra hoja antes de continuar—. Ningún invitado rechazó asistir. Incluso los representantes de la fundación Laredo confirmaron hace un rato, todo está saliendo a la perfección señora, va a ser un evento muy beneficioso.
Margaret soltó un leve