Melisa: Melisa, ¡te regañó bien! Es cierto, ¿esperas? ¡Encima te dio un anillo! — preguntó mirando su dedo.
Melisa: Sí, así me lo puse.
—¿Cómo ni siquiera sabes lo que va a ocurrir? Quizás él conozca alguna africana comestible, lo olvidé.
Melisa: No importa, el anillo es bonito — comentó Briana con dolor, y se miró la mano.
—Ay, amiga, ¿cómo así nomás te pasa? Da igual, vamos, hay que ir a correr.
Melisa: No quiero comer, quiero morirme aquí.
Diana: La vida sigue y sigue siendo madre, lamentablemente, así que por favor, levántate.
Melisa: Por favor, déjame estar deprimida.
Diana: Yo nunca estuve deprimida, ni cuando vi a mi hermana casars