DEBBY
—No puedo creer que me estés dejando fuera de todo esto.
El reclamo de América me saca de mi ensimismamiento, hace más de tres horas que Rupert se llevó con él a Mateo, y mi cabeza no ha dejado de bombardearme con miles de ideas en las que él tiene todo a su favor, para poder quitarme a mi hijo. Maldición, de todos los hombres con los que pude haber tenido algo, tuve que haberme metido con uno de los hombres más crueles de todo el mundo.
—¿Me estás escuchando?
Espabilo y la miro fijo.
—Lo siento.
Sus ojos se entrecierran al ver mi mano con el anillo.
—¿De verdad te vas a casar con ese?
—¿Ese? ¿Desde cuándo hablas así de Sebastián con tanta saña? —sonrío.
—Desde que descubrí cómo te mira —se pone en plan serio.
Frunzo el ceño.
—¿Y cómo se supone que me mira? —enarco una ceja con incredulidad.
Espero a que América suelte alguno de sus comentarios llenos de creatividad, sin embargo, no lo hace, sus facciones se endurecen de un modo tan serio, que pareciera que está presenciando un