26. Novios
Emilia Díaz
El calor de su cuerpo envolvía mi espalda, su respiración pausada y profunda acariciaba mi nuca, enviando escalofríos que recorrían mi piel como un estremecimiento inevitable. Sentí el peso de su brazo ceñirse más firmemente alrededor de mi cintura, atrayéndome hacia él con una familiaridad que aún me resultaba desconcertante.
Cerré los ojos con fuerza, tratando de procesar todo. Habíamos vuelto a hacerlo. Nos habíamos dejado llevar una vez más por la intensidad del momento, por la conexión innegable que se encendía cada vez que estábamos juntos. Y, como la primera vez, Álvaro se había entregado con una pasión arrolladora, como si su mundo entero dependiera de ello.
Una sonrisa se dibujó en mis labios sin que pudiera evitarlo. Me gustaba estar con él. Me hacía sentir plena en formas que nunca antes había experimentado.
Con cautela, me giré entre sus brazos hasta quedar frente a él, encontrándome con la intensidad de su mirada oscura que me estudiaba con una mezcla de ternu