25. Corazón en duda
Christa Bauer
Después del encuentro con mi madre, bajé rápidamente las escaleras, no tuve tiempo para lamentarme su desprecio cuando una sonrisa en mi rostro apareció al escuchar una voz que ya conocía.
—¡Maggie! —grité limpiando las lágrimas de alegría en mi rostro. Corrí hacía ella abrazándola con todas mis fuerzas ya que era Bruno quien cargaba a su pequeño bebé. Ambas nos quedamos así un momento.
—Christa, no sabes cuanto me alegra que estés bien… —ella también lloraba —te hemos extrañado mucho, en mis oraciones siempre pedía por ti.
Mi boca se curveo en un puchero, ellos eran las personas más buenas del mundo.
—Gracias, por estar aquí, no sé que hubiera sido de mi vida sin ustedes, siempre me ayudaron y ahora quiero ayudarlos, vivan aquí conmigo, la casa es enorme…
Margarita abrió los ojos con sorpresa, yo sonreí al ver su rostro confundido.
—Pero nosotros somos empleados…
Negué.
—Ustedes son mis amigos, lo único bueno que me queda —mis labios temblaron.
Los miré suplicante, ello