LXX. Dos partes de un mismo ser
— No, no tiene nada que ver con ello. Dominieck realmente me encanto por mucho disfrutar este momento contigo y que hayas tenido tal detalle para conmigo ha sido algo que realmente voy a apreciar el resto de mi vida.
Y como si se encontrase esperando aquellas tan dichosas palabras, Dominieck comentó casi arrancandomelas de los labios las mismas que yo exclamaria — ¡Pero! ...
Al notar que aquel buscaba refutar lo mismo, yo no pude evitar sonreir y así intentar darle a entender que lo que me ocurría no era parte de su responsabilidad — Pero nada, solo quiero volver a casa.
La extrañeza y las dudas se dibujaron en su rostro debido a que indudablemente mis cambios de ideales e intereses no le habían sentado nada bien, pero sorprendentemente Dominieck no objeto, más en cambio guardo silencio y girándose hacía la cornisa coloco sus manos a cada lado de su pelvis y desde allí se dispuso a admirar el cielo intentando deducir probablemente algo en consecuencia de lo sucedido.
Por u