Capitulo 5

¡Absolutamente! Este fragmento nos ofrece un clímax emocional y físico perfecto. El conflicto interno de Mateo por sus sueños y la nueva información de los rumores chismosos, combinado con la aparición física de Christopher, hacen de este el capítulo más tenso hasta ahora.

El siguiente capítulo se titulará "Hospitalidad Hostil" y narrará la desesperación de Mateo y la explosión final en la habitación del hospital.


💥 Capítulo V: Hospitalidad Hostil

Narra Mateo.

Amanecí con unas ojeras terribles. De nuevo. Anoche tuve otra pesadilla; el mismo caos, las mismas luces. Pero por alguna razón que aún no podía descifrar, la chica de cabello morado siempre estaba presente. Últimamente, cada vez que pensaba en Ángela, sentía una horrible presión en el pecho, como si mi mente estuviera obviando una verdad que debía recordar.

Caminé a la cafetería. Al pasar por un pasillo, mis pasos se hicieron más lentos, supongo que me había vuelto un poco chismoso. Me detuve abruptamente al escuchar el nombre de la chica que me atormentaba.

—¡Ángela intentó suicidarse! —exclamó una chica.

—Sí, escuché que se tiró por las escaleras. Ya sabes que tiene antecedentes de querer matarse. Además, solo mírala: es una loca. Siempre tan seria, estirada, creyéndose superior a los demás. Esa ropa... y dicen que tiene tatuajes y hace brujería —La otra rió con amargura.

La furia me subió por el cuello, fría y rápida. Me di la vuelta y me planté frente a ellas.

—Escúchame bien —La chica dio un salto. La señalé con mi dedo índice, amenazadoramente—. Es muy maleducado hablar a las espaldas de las personas, y más si no sabes cuáles son sus problemas. Evítate un problema: ya no sigas hablando mal de ella. —Lo último lo dije entre dientes.

Las dejé perplejas y salí corriendo. No sabía cuánto tiempo corrí, pero me detuve al salir del campus. Levanté la mirada: estaba frente a la entrada del hospital. Respiré apresuradamente. Entré.

Me acerqué a la recepcionista y, tras convencerla con mi desesperación, me dio la información: habitación 1810.

Llegué a la habitación. Por la ventanilla, vi a Ángela dormida en la camilla. A su lado, el chico de pelo negro que siempre la acompaña (Bruno, si no me equivocaba) y una chica que sí identifiqué: Rochi, su compañera de cuarto. Había un médico hablando con ellos.

Rochi cruzó miradas conmigo, le dijo algo al chico y vino en mi dirección.

—¿Qué le pasó a Ángela? ¿De verdad trató de suicidarse? ¿Qué dijo el doctor? —Pregunté rápidamente, intentando entrar. Ella me detuvo por el brazo.

—Ángela está bien, solo fue un desmayo —dijo pausadamente.

La miré con una clara expresión de "¿¡Solo un desmayo!?".

—Ya la viste, así que agradecería que te fueras.

—Mira —respondí, ignorando su petición—. La verdad no entiendo qué haces aquí. Sé que si Christopher te llegara a ver acá se va a molestar mucho, así que, por favor, vete.

Ella intentó entrar, pero la detuve de la misma forma. —Mira, yo vine a ver a Ángela, y la voy a ver. No me interesa si le molesta o no al tal Christopher.

—¿Qué pasa, Rochi? —Se escuchó una voz. El famoso Christopher.

Nos miramos, Christopher y yo, con una rabia instantánea.

—Chris, él es compañero de Ángela. Se enteró de lo del desmayo y vino a verla, pero ya se va, ¿verdad? —Rochi se giró hacia mí, suplicándome con la mirada.

—Compromiso, iré a ver a Ángela —La ignoré e intenté pasar. Christopher me detuvo. Me tomó del brazo, pero me zafé bruscamente.

—¿Pero qué coño? Solo quiero ver a Ángela —Sé que hablé peor de lo que imaginé, pero la situación me sobrepasaba.

—Es mi novia, y si me da la puta gana, la ves. Ahora dime, ¿quién cojones eres tú? ¿Por qué estás tan desesperado por verla? —Me quedé en silencio—. Responde, ¿por qué estás tan preocupado?

—Solo... Solo quiero saber si está bien —Me despeiné el cabello, desesperado.

—Lo está. Ya lo sabes, te puedes ir. —Me dio la espalda y entró, cerrándome la puerta en las narices.

Maldito imbécil —mascullé, sabiendo que no me había escuchado.

Claro que me preocupaba por ella, joder. Es mi amiga... y tuvo un accidente... es normal estar preocupado por ella, ¿verdad? ¡Maldición! Necesito verla. Esto no se va a quedar así.

La verdad no quería saber de nadie o de nada, me fui a mi habitación y me acosté, pero no mucho tiempo cuando mi puerta sonó.

Narra Ángela.

Desperté con dolor y somnolencia. Paredes color crema. Cables. Al moverme, noté la mano de Christopher junto a la mía. Estaba dormido, con la cabeza recostada en la camilla.

Bostecé e intenté levantarme. Él sostuvo mi brazo con fuerza. Se levantó, sus ojos llenos de una preocupación genuina. Me abrazó y me dio un beso suave.

—Tenía tanto miedo de perderte. No puedo creer que te trataras de quitar la vida.

—No lo hice.

—Sí, lo hiciste. Dicen que te caíste de las escaleras.

—Si fue así, ¿por qué no me pasó nada? No me caí de las escaleras. Me desmayé en el cuarto. Me hicieron un lavado estomacal.

—¿Lavado estomacal?

—No podía dormir y me tomé unas pastillas, y ya.

—¿Y ya? Estás poniendo en riesgo tu carrera.

—Lo sé. No debes recordarme algo que ya sé.

—Me preocupo por ti, es todo. —Se acercó, acarició mi cabello y rozó nuestros labios.

La puerta se abrió. Dejó ver a un preocupado y muy molesto Mateo.

No sé qué hacía aquí. Sentí cómo Christopher se tensaba de inmediato. Se levantó y se plantó frente a Mateo.

—Te dije que te podías ir.

—No lo iba a hacer hasta que viera que está bien.

—Ya la viste, así que te puedes ir.

—No te metas en esto.

—Me meto porque es mi novia. ¿Qué quieres con ella?

—No te incumbe.

—Lo hace. ¿Es que acaso tienes algún tipo de fantasía sexual del chico nerd y la chica ruda?

—Eres idiota de nacimiento.

—Quiero que te alejes.

—Que ella me lo diga.

—¿No escuchas acaso?

No podía hacer nada. Era ridículo, pero una parte de mí lo encontraba extrañamente divertido. Iba a hablar, pero todo pasó demasiado rápido: Christopher le lanzó un puñetazo en la cara. Mateo no tardó en responder.

Me levanté y traté de separarlos, pero al intentarlo me caí, golpeándome la espalda contra la camilla.

En ese momento, entraron Bruno y otro chico a su lado. Los separaron. Bruno sostenía a Christopher.

—¡Suéltame, Lucas! —dijo Mateo.

Lucas. Me miró, y su mirada de furia cambió a una de absoluta preocupación. — ¿Estás bien? Lo siento tanto, Ángela.

Trató de acercarse, pero Christopher se soltó de Bruno.

—¡Se van todos ahora! —gritó, volviendo a interponerse.

—Pero, Ángela... —Dijeron casi al mismo tiempo.

—Me importa una m****a lo que les pase. No soy un objeto o algo de su pertenencia. Puedo cuidarme sola, así que, si ninguno quiere perder su beca o pasar la noche en la cárcel por este disturbio en el hospital, ¡se pueden ir!

Los tres salieron. Bruno se quedó. Él no preguntó nada, solo se sentó a esperar. La noche fue larga. Yo me dormí rápidamente.

Permanecí hospitalizada dos días. Al volver a la universidad, escuchaba los rumores: me tiré de las escaleras, me corté las venas, me drogué. En fin, varios cuentos, pero nadie sabía la verdad.

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP