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🌪️ Capítulo IV: El Doble Filo de la Conexión

 

Narra Ángela.

¿Amigos? Las palabras de Mateo me habían desarmado. Me había reído con él. Había sentido una ligera punzada de familiaridad. El parecido que tiene es... No, basta. Me autoimpuse el silencio. No podía dejar que mis sentimientos fluyeran. Ese camino solo llevaba a la catástrofe.

Mi celular marcaba la 1:00 AM. Tenía llamadas perdidas de Rochi y Bruno, que se detuvieron después de la medianoche. Sabía lo que eso significaba. Eran mi pandilla, mis incondicionales, aunque solo llevaran un año y medio en mi vida. Es increíble lo que ha pasado en este corto tiempo: Rochi por fin pudo hacer su transición, y Bruno la adora y la apoya sin reservas.

Recuerdo el día en que nos conocimos, el internado...

💔 Flashback: El Internado Coreano

—Papá, no quiero irme a un Internado, ¡no quiero! —gritaba, la desesperación haciéndome temblar.

—Ángela, no te estoy preguntando. Es una orden. Sabes bien lo que has hecho. Llevas seis meses así.

—No me importa. ¡No soy como tú! Eres una porquería de m****a y no esperaste a que el cuerpo de mi madre se enfriara antes de revolcarte con esa zo... —No terminé la frase. Sentí cómo me ardía la mejilla por la bofetada que mi padre me había dado. El dolor físico era un alivio comparado con la traición.

¡Este es el gancho perfecto para el cuarto capítulo! La conexión entre Mateo y Ángela se profundiza, y el pasado de ella (su trauma del accidente y el internado) se revela. Además, la escena final, con Mateo siendo arrastrado a la locura de Ángela, es un excelente final de capítulo.

El siguiente capítulo se titulará "El Doble Filo de la Conexión" y se centrará en la lucha interna de Ángela por mantener su muro y la acción del escape.


🌪️ Capítulo IV: El Doble Filo de la Conexión

Narra Ángela.

¿Amigos? Las palabras de Mateo me habían desarmado. Me había reído con él. Había sentido una ligera punzada de familiaridad. El parecido que tiene es... No, basta. Me autoimpuse el silencio. No podía dejar que mis sentimientos fluyeran. Ese camino solo llevaba a la catástrofe.

Mi celular marcaba la 1:00 AM. Tenía llamadas perdidas de Rochi y Bruno, que se detuvieron después de la medianoche. Sabía lo que eso significaba. Eran mi pandilla, mis incondicionales, aunque solo llevaran un año y medio en mi vida. Es increíble lo que ha pasado en este corto tiempo: Rochi por fin pudo hacer su transición, y Bruno la adora y la apoya sin reservas.

Recuerdo el día en que nos conocimos, el internado...


💔 Flashback: El Internado Coreano

—Papá, no quiero irme a un Internado, ¡no quiero! —gritaba, la desesperación haciéndome temblar.

—Ángela, no te estoy preguntando. Es una orden. Sabes bien lo que has hecho. Llevas seis meses así.

—No me importa. ¡No soy como tú! Eres una porquería de m****a y no esperaste a que el cuerpo de mi madre se enfriara antes de revolcarte con esa zo... —No terminé la frase. Sentí cómo me ardía la mejilla por la bofetada que mi padre me había dado. El dolor físico era un alivio comparado con la traición.


Me encontré sola, en un país extraño, al otro lado del mundo: Corea del Sur. Llevaba una semana allí. Se suponía que ese lugar "arreglaría mis emociones".

Me senté en un banco bajo uno de los famosos cerezos. Una chica de cabello corto se sentó a mi lado.

—¿Eres nueva? —preguntó.

—¿Tanto se nota?

—Mi nombre es Rocío, ¿y el tuyo?

—Ángela.

—¿Por qué estás aquí?

Sonreí, un gesto hueco, y subí la manga de mi bata. —Intentos de suicidio repetidos. ¿Y tú?

—Lo mismo. Y si le agregamos depresión, mucho más. No sé si lo notas, pero soy transgénero. Hice mi cambio de sexo y todo, pero no tengo mucho apoyo, y eso causó recaídas.

—La gente es estúpida —dije con una certeza amarga.

Esa conversación pequeña e inesperada me dio la mejor amiga posible. Ella no me juzgó, y no me preguntó por mis cicatrices.

¡Este es el gancho perfecto para el cuarto capítulo! La conexión entre Mateo y Ángela se profundiza, y el pasado de ella (su trauma del accidente y el internado) se revela. Además, la escena final, con Mateo siendo arrastrado a la locura de Ángela, es un excelente final de capítulo.

El siguiente capítulo se titulará "El Doble Filo de la Conexión" y se centrará en la lucha interna de Ángela por mantener su muro y la acción del escape.


🌪️ Capítulo IV: El Doble Filo de la Conexión

Narra Ángela.

¿Amigos? Las palabras de Mateo me habían desarmado. Me había reído con él. Había sentido una ligera punzada de familiaridad. El parecido que tiene es... No, basta. Me autoimpuse el silencio. No podía dejar que mis sentimientos fluyeran. Ese camino solo llevaba a la catástrofe.

Mi celular marcaba la 1:00 AM. Tenía llamadas perdidas de Rochi y Bruno, que se detuvieron después de la medianoche. Sabía lo que eso significaba. Eran mi pandilla, mis incondicionales, aunque solo llevaran un año y medio en mi vida. Es increíble lo que ha pasado en este corto tiempo: Rochi por fin pudo hacer su transición, y Bruno la adora y la apoya sin reservas.

Recuerdo el día en que nos conocimos, el internado...


💔 Flashback: El Internado Coreano

—Papá, no quiero irme a un Internado, ¡no quiero! —gritaba, la desesperación haciéndome temblar.

—Ángela, no te estoy preguntando. Es una orden. Sabes bien lo que has hecho. Llevas seis meses así.

—No me importa. ¡No soy como tú! Eres una porquería de m****a y no esperaste a que el cuerpo de mi madre se enfriara antes de revolcarte con esa zo... —No terminé la frase. Sentí cómo me ardía la mejilla por la bofetada que mi padre me había dado. El dolor físico era un alivio comparado con la traición.


Me encontré sola, en un país extraño, al otro lado del mundo: Corea del Sur. Llevaba una semana allí. Se suponía que ese lugar "arreglaría mis emociones".

Me senté en un banco bajo uno de los famosos cerezos. Una chica de cabello corto se sentó a mi lado.

—¿Eres nueva? —preguntó.

—¿Tanto se nota?

—Mi nombre es Rocío, ¿y el tuyo?

—Ángela.

—¿Por qué estás aquí?

Sonreí, un gesto hueco, y subí la manga de mi bata. —Intentos de suicidio repetidos. ¿Y tú?

—Lo mismo. Y si le agregamos depresión, mucho más. No sé si lo notas, pero soy transgénero. Hice mi cambio de sexo y todo, pero no tengo mucho apoyo, y eso causó recaídas.

—La gente es estúpida —dije con una certeza amarga.

Esa conversación pequeña e inesperada me dio la mejor amiga posible. Ella no me juzgó, y no me preguntó por mis cicatrices.


Regresé a mi habitación. Una videollamada de Christopher entró.

—Deberías estar dormido, mañana tienes partido —le dije, contestando.

—Me preocupaste, no habías contestado mis mensajes. —Sonrió cuando entré a mi cuarto—. ¿De fiesta?

—Sí, pero me aburrí. Aquí estoy.

—Sabes lo que opino —dijo, su tono volviéndose más serio.

—¿Cuándo volverás?

—Todo depende de cómo nos vaya. Si ganamos, en un mes.

—¿Tendremos que tener cibersexo?

—Me gusta más lo personal.

—No pidas fotos sexy.

—Se las pediré a Bruno mientras haces tus calentamientos con el uniforme.

—Idiota.

—Tengo que irme, cuídate.

—Tú también.

Colgué. Estaba tan agotada que me acosté vestida. No escuché el despertador.

—¡Maldición! Perdí Matemáticas —salté de la cama—. Tengo que ir a Literatura.

Me puse unos pantalones, até mi cabello en una cola de caballo y corrí. Llegué justo antes que el profesor. Mi asiento estaba ocupado. Podría haber gritado a quien estuviera allí, pero al ver a Mateo, me detuve. Me miró con curiosidad. No hice nada, solo me senté en la parte delantera. Era mi manera de mantener la distancia.

La clase fue tediosa, a pesar de que sacamos buena nota en el proyecto. Salí de allí directamente al gimnasio. Hoy, los "Tiburones" (los nadadores) entrenaban.

Vi a Mateo entrar con ellos. Me regaló una sonrisa y caminó en mi dirección. Sentí un vuelco.

Pero antes de que pudiera llegar, Bruno pasó su brazo por mis hombros.

—Listo el calentamiento. Tienen que entrenar. Faltan meses para las nacionales, así que vamos al campus.

—¡Bruno! —le advirtió Rochi.

—Tranquila, Ro, solo debo hacer un favor con unas fotos —dijo Bruno, con su sonrisa habitual.

Reímos y nos fuimos. El contacto se evitó, mi muro se mantuvo intacto.

Así transcurrieron dos semanas: videollamadas con Christopher, bromas con Bruno, confidencias con Rochi y, ocasionalmente, encontronazos con Mateo. Era interesante conocer a alguien nuevo, pero no podía dejar que entrara.

🏃‍♀️ La Conexión Forzada

Hoy salí con "mi pandilla". Hacía quince días que no hacíamos una "maldad". Decidimos hacer una broma en una de las casas de fraternidad. No salió bien. No sabíamos que tenían perros rabiosos.

Estábamos corriendo, intentando escapar de los perros y de los chicos que nos perseguían.

Corrí lo más rápido que pude, pero escuché una voz familiar. Me detuve ligeramente. Vi a Mateo observándome, su rostro una mezcla de confusión y asombro total.

Sin pensarlo, sin darme tiempo de dudar, tomé su mano. Su piel era cálida y firme contra la mía. Lo arrastré a mi caos. Corrimos lo más que pudimos hasta salir del campus. Él se detuvo, obligándome a soltarlo.

—¿Qué es lo que está pasando? —Su voz era firme, pero jadeante.

—Oh, bueno... una broma que salió de control.

—¿Broma?

—Sí. Los de natación son alérgicos a los gatos, y dejamos uno entrar a su casa de fraternidad. No sabíamos que adoraban a los perros... y mi amigo tenía carne seca en el bolsillo. Creo que no fue una buena idea.

Me miró, su expresión se suavizó un poco, pero el reproche estaba ahí.

—Eres una mujer a la que le persiguen los problemas. Y si no vienen, los buscas.

—¿Me vas a delatar? —Lo desafié, esperando que su juicio me alejara de nuevo.

Mateo suspiró, pasándose la mano por el pelo, y la rabia en su rostro se transformó en una sonrisa exasperada, casi divertida. Se había rendido a la locura.

Claro que no. ¿Ahora qué hacemos con los perros y la fraternidad?

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