Capítulo 163.
El frio en el lugar parece quemar la piel de los presentes…
En ese momento, Randolf se gira hacia Alena, con el rostro desencajado.
— Podemos detenernos, podemos no hacer el ritual— declara él con la voz nerviosa como jamás se le había escuchado antes.
“No te rompas amor… no lo hagas” piensa Alena.
— No me importa el resultado…
El corazón de Alena se rompe en ese momento ante tanto amor, tanta devoción y sobre todo el dolor de tener que mantenerse firme.
— Necesito este ritual, Randolf, lo necesito como no tienes una idea…
— ¡No, no lo necesitamos!— grita Randolf. — Yo acepté a Lyam como mío, él es mi hijo, no habrá una sola muestra de duda en mi mirada. ¡Mirame! ¡Nighara mírame!
Alena tiene que cerrar los ojos.
— ¿Pero por qué? ¿Por qué quieres comprobarlo?
— ¡Necesito saber, si en un par de lunas te perderé!— grita Alena desesperada al mismo tiempo que abraza con más fuerza al pequeño Lyam como si fuera el único ancla para hacerla mantenerse en una sola pieza.
Randolf se confunde y