Capítulo 101.
El amanecer llega de manera inevitable.
—Randolf, te necesito aquí, te necesito a mi lado— susurra Alena al mismo tiempo que se encuentra a la expectativa de ver, a través de la ventana de su habitación, esa en la que habían compartido tantas noches llenas de pasión, algún indicio del regreso de su amado Alfa.
Habían pasado demasiadas horas buscando a la bestia y el amanecer solamente anunciaba que no habían tenido éxito.
—Necesito ser fuerte, necesito enfrentarlo— susurra Alena al mismo tiempo que aprieta sus manos, dejándose llevar solo un instante por el deseo y la necesidad de sentir el calor de Randolf consolándola, haciéndola sentir fuerte.
—Lo hago por ti, mi amor— susurra Alena— solamente por ti.
En ese momento ella decide darse vuelta y con su enorme vestido en tono negro, justo el mismo color que había empezado a utilizar desde el instante en el que había llegado a los brazos de Randolf, levanta su mirada altiva y comienza a caminar en dirección de la gran sala donde se encue