Aunque Drago le explicara todo, ella tenía todas sus emociones revuelvas. Estaba demasiado confundida como para pensar en algo claro en ese momento. Desde luego que para cualquier humano en su posición era complicado.

A nadie le gustaría ser una ofrenda para lobos…

—Quiero que entiendas que si no te dije todo esto no es porque tenga otras intensiones contigo.

—¿No? ¿no las tienes?

—Por supuesto que no —camina hacia ella con pasos apresurados, pero Samanta retrocede dos pasos —. Yo no te he mentido en nada de lo que te he dicho.

—¿Y cómo te creo? Me has traído aquí a fuerza de mentiras.

—Si, oculte esa parte, pero el resto es cierto. Samanta, yo te amo, eres mi luna y no estás aquí para ser una ofrenda, o solo porque quiero ser alpha de esta manada. Bien sabes que solo me importas tu.

Ella se cruza de brazos mientras que lo oye, le costaba creer en su palabra. Después de todo lo que se había enterado, ¿Cómo demonio debía creer en lo que decía?

—¿Y ahora que pasara conmigo? —pregunta ir