Pov Narrador
Reiner se encontraba ansioso; desesperado, podría decirse. Su talón golpeaba constantemente el suelo para tratar de calmarse.
Había hecho todo lo que podía para llegar a Leina, pero era casi imposible cuando estaba bajo el dominio de un Rey salvaje.
La pequeña caja aún rodaba entre sus dedos. Quería regalársela aquel día antes de irse, y todo para qué: para descubrir que llevaba el olor de otro Alfa en ella.
Tiró la caja con fuerza hacia la pared, volviéndola añicos, y las perlas del collar saltaron por toda la habitación.
La joven mujer que se encontraba a un lado saltó del susto; llevó la mano a su vientre instintivamente para proteger a su cachorro.
Sus ojos se llenaron de lágrimas al darse cuenta de que Reiner no era ese chico dulce que la enamoró; solo era una fachada para tenerla en sus manos.
—Reiner, cálmate, es su compañero; tú mismo dijiste…
—¡Cállate, perra! ¡Nadie pidió tu opinión! El único motivo por el que sigues con vida es porque llevas a mi hijo. Jamás se