Pov Leina
Tomé el bolso ya con nuestras cosas, abrí la puerta para enfrentarme a todo el caos. Lobos corren de un lado a otro; algunas mujeres arrastran a sus hijos.
A lo lejos se puede oír los gritos y aullidos de pelea.
—Vamos, Ethan, pase lo que pase, no te separes de mi lado.
Apreté su mano y me metí entre las calles de tierra. El polvo se eleva, opacando nuestra visión y creando ventaja al enemigo.
Un latigazo golpea cerca, destruyendo parte de una casa que envía ladrillos a todas partes.
—¿Mamá, qué son esas cosas?
—Sigue corriendo, Ethan.
Los gritos y los gruñidos ahora se mezclan con el siseo de esas cosas. No entiendo qué es lo que quieren; nosotros no tenemos nada y ellos igual nos quitan todo.
Soy golpeada en el hombro muchas veces, tropezando y haciendo maniobras para no caerme.
—¡CUIDADO!
Escucho el grito, pero muy tarde; un latigazo rompe la estructura cerca de nosotros. Cubro con mi cuerpo a mi cachorro, siendo golpeada por los pedazos de ladrillos desprendid