Pov Leina
Camino de un lado a otro en la habitación, muerdo mis uñas para tratar de calmarme. Ya es de noche y Bell no ha vuelto. Eso no me gusta nada.
Algo debió pasar; debieron descubrirla porque mi orden fue clara: "si te siguen, escóndete y no regreses".
La puerta se abrió de golpe y vi entrar a Guillermo enfurecido.
—Pequeña perra.
—¡Ahhhh!— solté un grito atronador mientras el dolor me recorría la cara. Su férreo golpe me hizo caer e hice todo lo posible para no caer con fuerza contra el suelo.
—Vendrás conmigo.
Me tomó del cabello, jalando con fuerza. Trato de levantarme, de tomar su muñeca buscando un punto de agarre para que doliera menos.
Al ver el filo de las escaleras, entré en pánico y, como pude, logré levantarme, aunque caminé agachada porque su mano seguía agarrando fuerte mi cabello.
No sé a dónde me lleva. Ava gimotea ante el dominio que su lobo quiere imponer sobre ella.
Ya de por sí está débil; a este paso puede morir y no puedo permitir eso.
Salimos al exterior de