No podía negar que las palabras de su lobo lograron descolocarlo un poco pero decidió dejar sus preocupaciones para otra ocasión, en ese momento estaba demasiado ocupado observando a Anette, la forma en que disfrutaba de la comida; como soltaba comentarios mordaces de vez en cuando... era increíble como en un momento podía ser tan despreocupada y al siguiente agachar la cabeza avergonzada.
Y su mirada... ¡Oh Dios su mirada!, estaba seguro que podía quedarse colgado de esos ojos azules de por vida... no podía evitar sonreír con solo escuchar su voz y observar su naturalidad, su inocencia.
— Señor gran alfa... yo... debería irme a mi casa — hablo, dirigiendo su mirada hacía la ventana, observa la inmensidad de la noche.
— Arthur... mi nombre es Arthur y quiero que lo uses — usualmente todos lo trataban con respeto y muy pocas personas pronunciaban su nombre pero quería escucharlo de ella... le gustaba la forma en que su pecho vibraba con solo escuchar salir su nombre de esos hermosos la