40. En la tierras de nadie
Pov Mara
La tormenta me había alcanzado casi en su punto más crítico. Tuve que detenerme a mitad de la noche, en algún lugar del bosque en tierras de nadie, porque ya no veía nada al frente.
Me quedo bajo un árbol a esperar a que pase, con la ropa empapada y el agua bajando por la pesada capa de cuero.
La brisa sopla con fuerza, aumentando más la lluvia torrencial. Mi caballo se para a mi lado, asustado por los fuertes truenos y los rayos que iluminan el cielo.
Subo mis manos para soplar mi aliento en los dedos entumecidos por el frío. Mis dientes castañean y todo mi cuerpo tiembla.
Ya no siento calor desde que se fue mi loba; de hecho, ya no siento nada más que vacío desde que aquel dolor me golpeó como aquel rayo que ahora mismo cruza el suelo.
A veces quisiera gritar, desgarrarme la garganta para sacar esa agonía, pero, ¿de qué sirve? Esa no soy yo, esa no es la Mara que lucha hasta con los dientes por proteger a los suyos.
No, yo soy la Mara poco atractiva, la Mara po