Marcelo:
Después de la repentina llamada de Samara para decirme que fuera a su casa a hacerle compañía a su sobrina, no lo dude ni un solo momento. Así que tome la iniciativa de hacerle un picnic en el jardín de su casa, me siento aliviado de haberle regalado una sonrisa a la pequeña.
No se que es lo que sucede, pero algo me dice que tiene que ver con su papá.
Roxanne es una niña realmente bonita e inteligente, dulce y sonriente. Se parece un poco a Leah aunque ella tiene el cabello más oscuro.
—Marcelo, ¿tienes esposa?
La pregunta de Roxanne me tomo por sorpresa. Ella me dio la taza vacía ya que ambos estábamos jugando al te.
—No —negué— No tengo esposa.
—Mi mami no tiene esposo, ella y mi papá no están juntos —murmuró— eso me tiene triste, pero mi mamá no sabe, no le digas.
—Lo prometo —le sonreí.
—Pero tiene que ser una promesa de verdad —se puso de rodillas y mostró su meñique— por el meñique.
—Bien, por el meñique —cruce el mio con el de ella.
Entonces Leah esta divorciada, me siento un poco mal por la pequeña, se nota que extraña a su papá. Es una lástima que los pequeños sean quienes queden en el medio de la separación, ellos son los que más sufren en todo esto.
Leah salió de su casa con un abrigo para Roxanne, ya estaba a punto de anochecer.
—Ven linda, hay que abrigarte.
Le puso el abrigo y le dio un beso en la nariz.
—Tengo sueño mami —bostezo— ¿puedo dormir?
—Claro cariño, ven, te llevo a tu habitación.
—Qué sea Marcelo qué me lleve ¿puede?
—¿Quieres que el te lleve?
—Si, quiero que el me lea algo antes así como lo hacía mi papá.. El abuelo no lee bien por que esta viejito. Por favor.
Leah pareció pensarlo, me miró y yo asentí sin problema.
—Bien, que el te lleve.
—Vamos Marcelo, tengo muchas cosas en mi cuarto.
Me puse de pie y la acompañé hasta adentro de la casa, luego subimos a la habitación, por supuesto con su madre detrás de nosotros.
Al entrar a la habitación, me di cuenta de que ambas comparten la misma habitación. Roxanne fue por un par de muñecas qué me mostró al igual que sus dibujos.
—Tienes mucho talento para el dibujo.
—Mi mamá me dice lo mismo —me dio otra hoja— Éste lo hice ayer, no me gustó.
Era ella jugando con una pelota, pero apartado del dibujo estaba su papá con alguien que no era su mamá porque la mujer era rubia.
—¿Tu hiciste esto? —preguntó Leah.
—Si mami ¿esta mal?
—No mi amor, no está mal, busca tu pijama y cambiate en el baño y te lavas los dientes —la pequeña asintió, buscó su pijama y se metió al baño.
—Para ser una pequeña, es bastante independiente.
—Así le he enseñado —le di todo lo que me dio la pequeña— además de que le está gustando ser independiente.
La pequeña salió del baño con su pijama puesta, Leah la acostó en la cama y buscó en su mesa un libro y me lo dio.
—¿No le molesta?
—Para nada —negué.
Abri el libro, era el cuento de la cenicienta. Me senté en una silla y empecé a leerle el cuento. Era la primera vez que leía algo así, que madrastra tan mala tenía la chica.
Después de leerle un poco la pequeña se durmió. Con cuidado me puse de pie y deje el libro en la mesa de noche. Leah estaba parada en el umbral de la puerta, pude ver como ella se limpio las lágrimas, lo hizo de forma disimulada pero me di cuenta de ello.
—Gracias.
—No hay de que, ya debería irme..
—Quédate a cenar, si quieres —sonrió un poco.
—¿Es una cita? —pregunte con una sonrisa, ella rodó los ojos.
—No necesariamente, es en forma de agradecimiento por haber venido y alegrar a mi hija.
—Lo hice con la mejor intención, pero aceptaré quedarme a cenar.
Leah dejo una lámpara encendida, ambos bajamos hacia la sala, Leah me llevó a la cocina, su madre estaba cocinando.
La casa de Leah es bonita y cálida, se siente como un hogar, se nota que todos ellos se quieren.
—Mi jefe se quedará a cenar.
Me acerque al oído de Leah ya que estaba detrás de ella.
—Tutéame por favor —le susurré.
—No haré tal cosa.
—Allá arriba me tuteaste, y me gustó, por favor.
—Señor Cavalli ¿qué es bueno para la carne? —preguntó su madre.
—Dígame Marcelo por favor —ella asintió— ¿tiene orégano seco?
Fui hasta la señora que se que llama como la pequeña. Me lave las manos y ella me dio el orégano y lo triture para esparcirlo por la carne.
—Le haré una buena recomendación, si quiere qué la carne quede bien condimentada agregue ajo en polvo, orégano seco y hojas de laurel y deje marinar de un día para otro, le aseguro que le quedará excelente. Y si esta apurada, solo triture dos dientes de ajo, sal y aceite de oliva.
—Lo tendré en cuenta —me sonrió— ya que estas aquí en la cocina, ¿me ayudas?
—Mamá por favor.
—No tengo ningún problema.
—Ya lo oíste Leah, el no tiene problema con ayudarme.
Ayude a la madre de Leah con la cena. Ahora que estoy aquí me di cuenta de que es una mujer bastante conversadora, tiene un tema para todo. La señora es agradable.
Hablamos un poco sobre Italia y de lo que hacía. Siempre es bueno tener a alguien con quien conversar de temas interesantes, a mi me gusta mucho escuchar las experiencias de los demás. Siempre me he llevado bastante bien con las personas mayores que yo, siempre he pensado que son personas realmente sabias y que han vivido lo suficiente, por ello siempre escucho consejos sabios.
La cena estaba lista y desde la cocina vi como Leah ponía la mesa junto con su hermana y su papá, se ven que son muy unidos. Que envidia pero de la buena.
Ya después de poner la mesa me senté al lado de Leah, no puedo creer que ese rostro hermoso parezca una penumbra, no sonríe, siempre está seria.
—¿Que tal va su restaurante señor Cavalli? —preguntó su padre.
—Hasta ahora es el más popular de la zona y eso me alegra mucho.. Todo es gracias a Leah, es una buena gerente.
—Dudo mucho que sea por mi —Leah bebió del jugo.
—Pero que humildad hermanita —Samara rió.
—¿Dudas de tus capacidades? —ambos nos miramos— los balances de la semana han sido los mejores, además que los proveedores de alimentos son los mejores, así que tienes un poco de crédito al éxito del restaurante.
Pude ver como casi sonríe ante mis palabras.
Ya no se como hacer para que se de cuenta de que me tiene hecho un manojo de sentimientos, me gusta demasiado.
(...)
Ya estaba por irme, la cena fue realmente agradable, el padre de Leah me agrada, es un bien conocedor de la fórmula uno y el fútbol, una de las cosas que más me gustan, los deportes.
—Espero verlo de nuevo señor Cavalli.
—Lo mismo digo señor Erick —estreche su mano.
Me despedí de la señora Roxanne y de Samara. Leah me acompañó hasta mi auto. Fue realmente agradable verla.
—Tenga —me dio la canasta— de nuevo gracias por la comida y por haber pasado la tarde con Roxanne.
—¿Me seguirás tratando de usted?
—Es mi jefe, es lo correcto.
—Claro, pero no quiero que me hables de usted, tutéame Leah, ya no quiero seguir llamándote Leah en mi mente.
Levantó las cejas sorprendida ante mis palabras.
—Puede que sea tu jefe, pero podemos ser amigos ¿no?
—No quiero que las personas confundan nuestro trato, Marcelo.
Se escucha tan bien que me llame así.
—No pensé que fueses de las que le importa la opinión de los demás.
—No me importa, solo que quiero cuidarme de los malos comentarios.. Siempre una mujer con una hija es víctima de ello, harán comentarios despectivos hacia mi y creerán qué estoy desesperada por encontrar esposo o un papá para mi hija, solo intento protegernos de todo esto.
Supongo que la entiendo.. Pero quiero acercarme más, mi intención es que acepte salir conmigo. Pero si ella dice que no, es mejor no insistir.
—Bien señorita Mckinnon, será como usted diga entonces.
Miró detrás de mi, un auto negro había llegado, de el se había bajado un hombre.
Un momento.
A este hombre lo conozco. Es el que me vendió el auto.
—Leah, lamento haber llegad.. —No terminó de hablar cuando ella le dio una fuerte bofetada.
—¿Cómo te atreves siquiera asomar la cara hasta aquí? ¿Sabes cuántas horas te esperó Roxanne?
Joder.
¿El es el padre de la pequeña?
—Déjame explicarte —se sobaba la mejilla.
—¿Que excusa me vas a dar ahora Zack?
—No pude llamarte. Agnes estaba en el...—ella lo interrumpió.
—Me importa una m****a lo que pase con tu mujer.. Le habías hecho una promesa a Roxanne, tienes más de dos meses que no la ves y cuando ella te espera emocionada, no viniste.. Sinceramente qué eres de lo peor.
—Un momento Leah —se acercó a ella de forma peligrosa.
Solté la canasta y me puse frente a Leah.
—Hasta ahí amigo.
—¿Y tu quien eres? —me miró de arriba a abajo— un momento, te conozco, yo te vendí un auto hace unos días. ¿Ahora estas con el? —miró a Leah.
—Ese no es tu problema Zack, quiero que te vayas.
—¿Irme? —soltó una risa— No pienso irme sin ver a Roxanne.
—Roxanne esta durmiendo, ven otro día.
—Tu no me vas a prohibir ver a mi hija —la señaló—, yo pago su manutención, tengo derecho a verla.
—¿Crees que con la manutención basta? —se puso frente a mi— ella te necesita, pero tu no la llamas, todos los días espera una llamada qué no llega.. Se para una hora en la ventana de la casa todos los días esperando que aparezcas y no lo haces ¿derechos dices? No los tienes cuando has faltado como padre.
—¡Entiende que debo trabajar para darle lo que necesita! —alzó la voz.
—¡Ella necesita a su papá, no una maldita pensión! ¿Crees que dándole dinero soluciona tu ausencia? Maldita sea Zack tiene cuatro años.. ¿Cómo esperas que le explique tus faltas? Lo que haces no es justo para Roxanne. Solo te importa tu mujer y tu, nadie más.
—No metas a Agnes en esto, ella no tiene nada que ver.
—Claro que tiene mucho que ver Zack, por que cuando ella llegó a nuestras vidas y tu le diste entrada, arruinaste a nuestra familia.. Destruiste nuestro matrimonio, no te importó dejarnos y rompernos el corazón, tampoco la vida de mi bebé que por tu culpa perdí.. Tu eres el culpable de todo esto, tu y esa mujer.
Ahora estoy entendiendo todo. Por eso ella se niega a que me acerque.
—Leah calma —le tome los hombros— estas muy alterada.
—Vete Zack, no tienes nada que hacer aquí.
—No me iré ya te lo dije, voy a ver a mi hija y tu ni nadie me lo va a impedir.
—¿Cómo que no? —el padre de Leah salió con el b**e en la mano—acércate a la puerta y saldrás de aquí sin dientes.
—Señor Mckinnon, no se meta, esto es entre Leah y yo.
—Estas equivocado hijo de puta, desde que engañaste a mi hija y dejaste de ver a mi nieta, se volvió mi problema, así que tienes diez segundos para largarte de aquí.
—Ya lo entiendo.. A este tipo si lo dejas entrar ¿no? —me señaló, luego miró a Leah— ¿este es el ejemplo que le das a nuestra hija? Metiendo a un tipo a la casa y entre tus piernas, me queda claro que hice bien en darme cuenta de que eres una..
No terminó de hablar cuando mi puño se estampó en su cara, al caer al suelo me subí encima de él y le tome el saco.
—¿Te crees más hombre por insultarla? —murmuré con rabia— ponte de pie bastardo y pelea conmigo.
—Marcelo no —escuche a Leah, lo solté con fuerza.
—Eres una basura que no vale la pena —me puse de pie.
El se puso de pie como pudo y se limpió el labio qué le sangraba por el golpe que le di, debí darle más duro para que quedara inconsciente.
El corrió hacia mi y me derivó para después darme un golpe en la cara. Le puse mi antebrazo para que me soltara y así lo hizo. Ambos nos pusimos de pie y Leah se puso en el medio.
—¡Basta! —gritó— vete Zack, lárgate.
—Esto no se queda así —me señaló—, no sabes con quién te has metido.
—Non ho paura di te (No te tengo miedo) —respondí.
El se fue hacia su auto y arrancó. Me toque el labio y había sangre en mis dedos.
—¿Estas bien? —Leah se acercó a mi.
—Estoy bien, no fue nada, ¿es tu ex esposo cierto? —ella asintió— que imbecil es.
—Pasemos, voy a curarte el labio —negué— vamos Marcelo.
La seguí hacia adentro de la casa, me senté en el sofá de la sala, sus padres subieron a su habitación. Yo apreté las manos con fuerza tratando de controlar mi rabia.
Ese momento con el ex esposo de Leah me hizo recordar a mi padre. El siempre golpeaba a mi madre y le gritaba cosas ofensivas, yo solo era un niño que no la podía defender, hasta que crecí y me hice fuerte para poder defenderla. Jamás la volvió a tocar y desde ese dia, jamas permitire que alguien lastime a una mujer.
—Tienes el labio roto —Leah se sentó a mi lado, en sus manos tenía un pequeño botiquín.
—No importa, le di su merecido a ese tipo.
—No hables de eso Marcelo, me avergüenza que hayas tenido que presenciar el espectáculo con mi ex esposo —dijo mientras sacaba algunas cosas.
—No te avergüences de eso por favor, mírame —lo hizo— tu no tienes la culpa de lo que hizo, así que no te preocupes.
Ella sacó algodón y una crema, se acercó más a mi y empezó a limpiar mi labio, yo solo miraba los suyos, las ganas de besarla eran desmedidas, tengo que controlarme.
—Lo siento si duele.
—Tengo ganas de besarte —cerré mis ojos con fuerza y me golpee internamente por haber hablado sin pensar— lo siento, no debí decir eso.
—No debiste —soltó una pequeña risa.
—Lo que dije no es mentira ¿lo sabes? —le tomé la mano— si quiero besarte.
—No juegues conmigo Marcelo.
—No lo hago La mia vita (Vida mia) —le sonreí— si quiero besarte, como tu no tienes idea.
Ella iba a hablar pero no lo hizo.. Desvió la mirada totalmente avergonzada.
—No hagas esto Marcelo —murmuró mientras me miraba—, no quiero terminar herida, a penas hace dos meses me divorcie y esto que estoy haciendo es muy pronto.
Escucharla decir que se divorció hace dos meses me ha dejado mas que sorprendido, creí que llevaban mucho más tiempo separados. Ella tiene razón, esto es demasiado pronto.
—Lo siento Leah —acaricie su mejilla—, olvida lo que dije ¿si? Fue precipitado y.. —fui callado por sus labios.
Leah tomo mis mejillas para empezar a besarme, me costo solo unos segundos asimilar lo que estaba pasando, en serio ella me estaba besando. Mi mano se fue a su nuca y la otra a su cintura para besarla.
El contacto es suave al principio, pero luego, como si necesitara más, se apoya contra mí y me besa con ansiedad. Trato de aferrarme a los detalles, pero se me escurren entre los dedos. Tardó un instante en darme cuenta de que le estoy devolviendo el beso con la misma ansia.
Luego se separa de mí, dejándome completamente sorprendido y vacío. Deseando que me bese de nuevo.
—Leah.. —susurré sobre sus labios— no sabes lo mucho que me ha encantado besarte.
—Fue un impulso —susurró de la misma manera— fue muy apresurado.
—No te sientas mal ¿si? —tome sus mejillas e hice que me mirara— sera nuestro secreto.
—Esta bien —sonrio.
—Il tuo sorriso è bello, vita mia (tu sonrisa es hermosa, vida mia)
—No entendi pero gracias —se puso de pie— es tarde Marcelo, debes irte.
—Me iré —me puse de pie— cena conmigo mañana.
—No —abrió la puerta.
—¿Por que no? Quiero cenar contigo, vamos acepta.
—Te dije que no —rió— buenas noches jefe.
—Ahora volvemos con las formalidades —me acerque a ella— me siento decepcionado.
—Lamento decepcionarlo jefe, que tenga una linda noche.
Salí de la casa y camine hasta mi auto, bien, hice mi mayor esfuerzo para invitarla a cenar. Ya sera en otro momento.
—Marcelo —voltee— Si aceptara la cena, ¿A dónde me llevarías a cenar?
—¡A donde quieras! —alce un poco la voz ya que estaba un poco lejos de ella— ¡O podría cocinar para ti si lo deseas!
—Pasa por mi a las ocho. Yo decido a donde comeremos.
—¡A las ocho! —la vi asentir y luego cerró la puerta— ¡Si!
Me metí al auto y lo encendi, al fin había logrado que cenara conmigo, quedarme a golpear a su ex esposo ha valido la pena.
Se que ella esta asustada por lo que pueda ocurrir con sus sentimientos, así que planeo ir a su paso, a su ritmo para que se sienta cómoda, segura y pueda contarme cuando se sienta lista lo que pasó en su matrimonio, aunque no hace falta ser adivinos para saber lo que pasó. Esta mas que claro que el la engañó y algo me dice que fue con la prometida del susodicho.
Ahora me pregunto ¿Porque engañaría a Leah? Si a leguas se nota que es una mujer bastante capaz, inteligente, hermosa, elegante y sobre todo buena madre. Ella es el tipo de mujer con el que cualquier hombre, incluyendome, le gustaría formar una familia.
Definitivamente Dios le da barba a quien no tiene quijada.
Quiza yo no sea el mas perfecto, pero daré lo mejor de mi para que ella me acepte, por que realmente me gusta, me gusta desde el primer dia en que la vi y hare lo que esta en mis manos para conquistarla hasta que me de paso a su corazón. Ella es la mujer que quiero para mi vida.