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Marcelo: 

Italia. 

Subí a mi habitación realmente molesto, no puedo creer que mi padre me haya hecho esto. Busque mis maletas y empecé a recoger mi ropa. 

—Marcelo hijo, lo que estás haciendo es muy precipitado. 

—¿Precipitado madre? Me quiere obligar a casarme con Flora, no pienso aceptar semejante barbaridad. 

—Tu padre quiere tu bien cariño. 

—Mi bien, claro —solté con sarcasmo— madre, tengo treinta y dos años, creo que estoy lo suficientemente grande como para que mi padre quiera controlarme la vida, lo deje pasar una vez, no habrá una segunda. Y si vivo con ustedes es por Nonna, por nadie mas. 

—Si te vas dile adiós a la herencia Macelo —apareció mi padre.

—Pues no me importa, yo manejo mi propio dinero, tu herencia es lo menos que necesito padre. 

—Haz lo que quieras, pero olvidate de esta familia —se fue y mi madre, como siempre fue detrás de el.

Sus palabras no me duelen en lo absoluto. Ya bastante m****a ha hecho mi vida.

—¿Te iras? —Mi abuela entró a la habitación.

—Lo siento Nonna, no deseo dejarte sola aquí, pero mi padre no me da otra opción.

—Haz lo que tengas que hacer cariño, no te dejes dominar por el tonto de tu padre —me dio una sonrisa— yo estaré bien.

—Gracias por entenderme Nonna.

—¿A donde te vas?

—A Los Ángeles, allá esta Vigo y quiero hacer una nueva vida. Abrir mi restaurante allá.. Se que estoy siendo apresurado pero, esto es algo que quiero.

—Hazlo entonces, la mitad de tu vida has hecho lo que tu padre ha querido, ve y haz lo que quieras. Pero eso sí, no dejes de llamarme.

—Es una promesa Nonna.

Mi abuela es la persona que más amo en el mundo, es la única que me ha entendido dentro de esta enorme casa. Por eso me duele dejarla.

Pero ella tiene razón, tengo que hacer mi vida desde ya. Yo aprecio a Flora, pero no la amo y no deseo casarme así como así solo porque mi padre lo pida.

Desde hace un tiempo he querido irme, pero Nonna era lo que me detenía, soy muy apegado a mi abuela e irme así, es algo que no me gusta. Me la podría llevar pero ella no deja Italia por nada del mundo.

Tengo el suficiente dinero para abrir mi restaurante, el suficiente para sobrevivir hasta que lo abra. Ya es momento de despegar por mi cuenta.

Después de recoger todas mis cosas, llame para reservar un vuelo hacia estados unidos, sale en seis horas, las suficientes para despedirme de todos.

Baje hasta la sala con las maletas en mano, mi padre no estaba en la sala, solo mi madre, Nonna y Flora, creí que se había ido.

—Marcelo —se puso de pie para acercarse— No puedo creer que te vayas a ir.

—Es necesario Flora, lamento que estés pasando por esto.. Pero no puedo casarme contigo, no me casaré con alguien que no amo.

—Tranquilo —tomó mi mano y sonrió—, ambos sabemos que no nos amamos, yo te quiero pero no de la forma que nuestros padres esperan.. Eres mi amigo y sería injusto que nos atemos al otro sin amor.

—Gracias por entender Flora, estoy seguro de que encontrarás a alguien que te ame.

Flora es una chica excepcional, la adoro pero no en el aspecto sentimental. Es una gran amiga, no se por que mi padre quería casarme con ella, le hemos dejado en claro que no nos amamos, pero el jamás logro entenderlo.

(...)

Los Angeles.

Después de una tortuosa despedida, aborde el avión y soporte una gran cantidad de horas sentado en el avión, pero al menos tenía una hermosa compañía.

—Debo decir que fue grata su compañía —le dije a la mujer a mi lado— jamás me había sentado al lado de una mujer tan hermosa.

—Deja de decir eso muchacho —hizo un ademán.

—Lo digo en serio, usted tiene muy buenos temas de conversación, espero verla algún día.

—Claro que si, mi esposo y yo tenemos una cafetería aquí en los ángeles —sacó una tarjeta y me la dio— serás bienvenido.

—Gracias señora Martinelli.

—Adiós muchacho —se despidió de mi.

La señora Martinelli es una mujer italiana de mediana edad quien fue a visitar a su hija que acababa de dar a luz en Venecia, regresó a los ángeles para atender su cafetería, es una mujer bastante graciosa e hilarante, me hizo olvidar un poco la tristeza de haberme separado de mi madre y abuela.

Sali del aeropuerto en busca de un taxi, no venía a Estados Unidos desde hace dos años, por suerte por mi profesión me ofrecieron la visa y puedo residir aquí hasta el tiempo que lo desee. Tambien tengo un departamento algo pequeño en el centro de Los Angeles, asi que estoy mas que preparado para vivir aqui. 

Me subí al taxi para ir hacia mi departamento, se siente bien respirar nuevos aires, nuevas personas, estar alejado de mi padre, me hará muy bien. 

Tengo que empezar de cero, abrir mi restaurante sera un poco complicado debido a la competencia en Los Ángeles, pero tengo fe en mi mismo y en mis capacidades, se que puedo. 

Después de llegar  mi departamento, poco a poco empecé a limpiarlo, no estaba agotado, supongo que es por las emoción de estar en un lugar nuevo o no tan nuevo, pero es donde haría mi vida, mi nueva vida.

Me di un baño para ir a visitar a mi mejor amigo Vigo, justo ahora debe estar en su bar en el centro de la ciudad. Me agrada el clima caluroso y ruidoso de Los Ángeles, Hollywood y sus calles, es genial estar aquí. 

Pedí un taxi que me llevara al bar de Vigo, al llegar pague, e ingresé al bar, no sabía si el estaría aquí ya que no lo llame porque quería darle la sorpresa. 

—El gran Vigo Montana —estaba en la barra. 

—¿Marcelo? —frunció el ceño al verme— ¡Marcelo, amigo! 

Salió de la barra para veni a abrazarme. 

—¡Joder amigo! —se separó de mi y tomo mis mejillas— estas aquí ¿porque no me llamaste? Hubiese ido por ti ¿cuando llegaste?

—Haces demasiadas preguntas Vigo. 

—Tienes que responderme, vamos a una mesa, Rita, trae una botella de Bourbon y un par de vasos —le dijo a la chica de la barra— vamos amigo, tienes que contarme todo. 

Ambos nos sentamos en una mesa algo apartada de las personas, como a penas estaba anocheciendo estaban empezando a llegar los clientes. 

—El bar ha crecido. 

—Bastante, estoy trabajando en uno nuevo —sonrió un poco—, lo inauguraré en dos meses mas o menos. 

—Felicidades amigo. 

—Tienes que contarme todo Marcelo. Hace dos años que no nos vemos. 

Vigo es de Puerto Rico, llegó a Los Ángeles a la edad de dos años y vivió aquí durante toda su vida, ambos nos conocimos hace seis años cuando vine de viaje con mis padres, recuerdo que era mesero en el hotel en donde nos quedamos, para ese entonces el estaba estudiando en la universidad, fue un chico amable y honesto, de los pocos que quedan, desde entonces, nuestra amistad se volvió inquebrantable, es la única persona que se acercó a mi de forma honesta y no por lo que tenía. 

Constantemente viajaba a Italia a verme o yo venia, asi no perdiamos la costumbre de vernos. 

—No se por donde empezar —rei, la chica trajo la botella— gracias. 

—Pues por el principio hermano. 

Empecé a contarle lo que hice estos dos últimos años que no nos vemos. Le dije lo que paso con mi padre y el compromiso con Flora. 

—Quería casarte —soltó una risa— no puedo creer que tu papá haya querido hacerlo. 

—Ya sabes como es, un hombre controlador. Por suerte Flora fue comprensiva, solo somos amigos, nada más. 

—Pues me alegro que no hayas cedido. 

—También planeo abrir un restaurante aquí en Los Ángeles. 

—¿En serio? —asentí— eso es increible amigo, no quiero ser pesimista, pero sabes que aqui hay miles de restaurantes, la competencia es dura. 

—No quiero ser ambicioso o sonar egocéntrico pero ¿Olvidas que tengo dos estrellas Michelín? —sonreí— investigue un poco, así que por la zona no hay muchos restaurantes italianos, así que no plan es ese, abrir mi propio restaurante pero no solo de comida italiana, si no de Francesa, Española, todo lo que sea comida europea. 

—Suena algo ambicioso, pero no te preocupes, sabes que te ayudare en eso. 

—Gracias amigo. 

Sabia que podia contar con el, es un gran amigo. 

—Ahora quiero saber ¿hay alguna chica? —levantó las cejas. 

—Para nada —le di un trago a mi bebida—, estoy soltero. 

—Joder —rió—, aquí las mujeres se mueren por un europeo, seras la sensacion. No entiendo por que estas soltero, mirate, pareces modelo. 

—Sabes como soy, un romántico sin remedio.. Además de que no suelo tener relaciones abiertas, yo busco algo serio, una relacion bonita.. Eso es lo que quiero, una relacion estable. 

—Pareces anciano —negó mientras reía— en estos tiempos no muchas mujeres desean una relacion seria, al igual que los hombres. 

—Pero yo si amigo —le toque el hombro—, yo deseo casarme con la persona que ame, tener una casa e hijos, es algo de lo que siempre he soñado. 

Tener una familia es algo que siempre quise, soy amante del romance y lo cursi, quizá por eso mis relaciones anteriores no han funcionado, ya que suelo ser detallista y amoroso. Las chicas con las que he estado me han dejado por eso, por suerte no he cambiado mi forma de pensar, no es motivo para dejar quien soy por eso. 

—Pues espero que encuentres a tu chica. 

—Yo igual amigo, pero por ahora, quiero concentrarme en mi restaurante. 

No estoy apurado por encontrar pareja, ya llegara sin esperarlo. 

(...)

Al dia siguiente. 

Hoy iria a ver un par de locales con Vigo, necesito ver cual encaja con lo que estoy buscando. No quiero que sea cerca de la playa, lo quiero en el centro y que tenga balcón, eso es lo que busco. 

—Llegas tarde —le dije a Vigo, el venia a paso lento y con un café en la mano. 

—Tengo resaca, no puedo creer que estés más fresco que una lechuga, bebimos lo mismo. 

—Porque se tolerar el alcohol aunque no lo creas —rei— vamos que nos esperan. 

—Bien. 

Ambos entramos al local, al hacerlo me di cuenta que era lo que estaba buscando, el lugar es grande, con buena iluminación y un balcón no tan grande. 

—Buenos días señores, soy Alfred, el asesor de bienes raíces —estrechó la mano de ambos— veamos el lugar si lo desean. 

Asenti. Y el nos guío hacia más adentro del lugar. 

—El lugar es espacioso como pueden ver —caminó por todo el lugar—, este era una heladería que ya dejo de funcionar, la cocina no es tan grande pero se puede hacer algunas remodelaciones. 

La cocina no es tan grande pero eso se puede resolver. Me gusta este lugar. Además de que está en una buena zona de la ciudad.

—Tiene estacionamiento amplio, ventanales y el balcón, tiene dos área de baños, todo esta relativamente nuevo pero lo puede remodelar a su gusto. 

—El lugar me gusta, es exactamente lo que estoy buscando, quiero saber cuanto cuesta. 

—¿Lo quiere comprar? 

—Claro planeo que este lugar sea mío, no quiero pagar alquiler. 

—¿No piensas ver otras opciones? —me preguntó Vigo. 

—¿Los demás tienen balcón? —el chico negó apenado— ya viste, estoy buscando un lugar que tenga balcón, que sea innovador y este lugar tiene lo que busco. 

—En ese caso, tendré que llamar al dueño, el no planea venderlo, pero podemos llegar a un acuerdo —asentí y el sacó su teléfono para hacer la llamada— ¿Señor Melbourne? Si habla Alfred, tengo una no tan mala noticia, el señor Cavalli está interesado en el local, pero desea comprarlo... Si... ¿Viene hacia acá? Perfecto —colgó— el propietario está cerca de aquí, vendrá en un momento a hablar con ustedes. 

Asenti. Espero que el dueño acepte venderme este local, en serio que este lugar me gusta y mucho. 

—Llegó —el chico salió a recibirlo y vimos como hablaban.

—¿Crees que te lo venda?

—Algo me dice que si, pero no dejare que me pida demasiado dinero. 

Ambos entraron al local, el chico nos presentó al hombre regordete, sudoroso, calvo y bajito. 

—El asesor me dijo que desea comprar el local. 

—Así es. 

—Pero no quiero venderlo, no me conviene. 

—A mi tampoco me conviene pagar alquiler, vera —me acerque a el y posé mi brazo en sus hombros—, he venido de Italia con un sueño, que es tener mi propio restaurante, soy un buen chef y a penas estoy empezando en esto.

—¿Es chef italiano?

—Claro. 

—Mi esposa lo conoce, usted es Marcelo Cavalli ¿como no pude reconocerlo? —sonrió— mi esposa ama su libro de recetas de comida mediterránea, gracia a usted aprendió a cocinar por que no sabía —dijo de forma exagerada. 

—Me alegra mucho saber eso.. 

—¿Abrirá un restaurante aquí? —señaló el suelo.

—Pues no lo se, eso depende de usted si quiere venderme el local. 

—¡Por supuesto que si! —exclamó eufórico— hagamos el papeleo de una vez, pero eso si, tiene que invitarme a la inauguración —me señaló. 

—De eso no tenga la menor duda señor Melbourne —sonreí. 

Miré a Vigo, el parecía sorprendido. No suelo usar mi nombre para estas cosas, pero esta vez lo creo necesario. El hombre frente a mi empezó a decirle al chico que sacara los papeles cuanto antes para la compra. 

—Se lo dejaré en un buen precio señor Cavalli. 

Estaba satisfecho con el resultado, después de tener el papel que indique que la propiedad es mía, empezare con las remodelaciones. 

—¿Conoces a algún diseñador? Cuando la propiedad sea mía, empezare a remodelar todo. 

—De hecho si, conozco a una buena diseñadora, se llama Samara Mckinnon, la chica es buena en lo que hace. 

—Cuando firme los papeles, contáctate con ella por favor, quiero empezar cuanto antes —el asintió.

(...)

Días después. 

Ya había firmado los papeles, cien mil dólares me lo había vendido el señor Melbourne, investigue sobre el valor real del local y eso costaba alrededor de trescientos mil dolares, asi que fue una buena compra. 

Hoy me reuniría con la diseñadora que me recomendó Vigo, ambos estábamos en un restaurante. La chica había llegado, no es tan alta, cabello corto y castaño, se viste elegante o supongo que es por la Reunión. 

—Hola linda —ella rodó los ojos— que odiosa. 

—Silencio Vigo —se sentó— un placer señor Cavalli, soy Samara y seré su diseñadora. 

—Dime Marcelo —estreche su mano. 

—Bien, empecemos, dígame qué es lo que quiere para el diseño de su restaurante.. 

Le conte lo que queria para la decoracion, queria que las mesas y sillas fuesen sencillos, en las paredes fotos de todos los países europeos a los que he ido y lo que se cocinar. La chica anotaba todo mientras me escuchaba detalladamente, espero que ella me entienda. 

—Ya tengo algunas ideas —dijo mientras miraba una revista o algo asi—, tengo que consultar algunas cosas y te daré el presupuesto, le daré un consejo, vaya a esta tienda —me dio una tarjeta— ahi venden los mejores utensilios para su cocina. 

—Muchas gracias Samara —miré a Vigo— ya que conoces mucho de aquí, ¿conoces a alguien que sepa administración?

—La verdad no —negó— ¿Para que lo quieres?

—Necesito a alguien que se ocupe de la administración y gerencia del restaurante, que haga los presupuestos y esas cosas.. Yo voy a estar metido en la cocina la mayoría del tiempo, no podré hacer eso. 

—Disculpe que meta —mire a Samara— yo conozco a alguien que estudió administracion. 

—¿En serio? ¿Quien?

—Mi hermana, ella es muy lista, es muy capaz y la persona mas responsable que existe, puedo decirle sin ningun problema. 

—Me parece buena idea, pero la contrataría después que termine de remodelar, así haré entrevistas al personal. Y veré si es tan capaz como usted dice. 

—Le doy mi palabra que si lo es —empezó a recoger sus cosas— nos veremos en dos dia para empezar con las remodelaciones —se puso de pie— un gusto conocerlo señor Cavalli, adiós Vigo. 

—Adios linda —le guiño el ojo a la chica y ella solo lo ignoró— como me encanta esa mujer. 

—¿Sales con ella? —empecé a comer— este filete le falta cocción —frunci el ceño.

—Casi, esa mujer es una fiera literalmente, odiosa como ella misma —sonrió de nuevo—, no me rendiré, ella me gusta demasiado. 

—Vaya, quien lo diria, verte de ese modo —rei. 

—Es hermosa ¿que quieres que te diga? —empezó a comer— joder si, le falta cocción.. pero ella  es de esas mujeres independientes que conquistan a cualquier hombre. 

—¿Donde la conociste?

—En un restaurante, choque con ella por accidente y desde entonces se ha vuelto mi obsesión, en el buen sentido cabe aclarar, pero es difícil de conquistar, a mi me trae babeando, salimos una vez y todo salió mal, por eso me odia. 

—¿Que le hiciste?

—Estaba comiendo y me dio por estornudar, el fideo salió por mi nariz —murmuró— fue vergonzoso. 

Yo solté una fuerte carcajada sin poder evitarlo, de solo imaginarme a Vigo con un fideo saliendo de su nariz, es increíble, vaya mala suerte tiene mi amigo. 

—No te rias —me miro mal— ni se para que te Conté. 

—Oh vamos amigo —me limpie las lagrimas y trate de calmarme— tienes que admitir que eso fue gracioso. 

—Para mi fue el momento mas vergonzoso de mi existencia —le dio un trago a su vino— desde ese entonces ella me odia y no acepta una salida conmigo. 

—No te rindas —lo animé— quizá le sigas gustando, aunque pienso que para ella es difícil no verte a la cara y no imaginar un pequeño fideo saliendo de tu nariz —señalé mi nariz y reí de nuevo.

—Mejor comamos antes de que te asesine —siguió comiendo. 

—Uy que genio —me rei. 

Mi amigo Vigo no ha tenido suerte con las chicas, siempre que sale con una, todo sale mal y siempre es el quien comete los errores y las chicas dejan de salir con el por su torpeza. Puede que sea un casanova, pero es demasiado torpe. 

—¿Conoces a su hermana?

—No, no se sobre su familia ya que es demasiado reservada, pero en su trabajo es muy profesional asi que confio en ella y su recomendación. 

—Eso espero. 

No pensaba contratar un administrador, pero no quiero estar lejos de la cocina, quiero cocinar yo para las personas, no estar detrás de un escritorio, eso no es lo mio. Espero que esa chica que dijo Samara sea realmente buena. 

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