Los ojos de mi hermano estaban rojos de la rabia, mirando fijamente a Sira.
—¡Fuiste tú la que mató a mamá, ¿no es así?!
Mi hermano empezó a llorar desesperado. Nadie sabía si era por la muerte de mamá, por todo lo que sufrí estos años o por el profundo dolor de ver cómo Sira me humillaba en el video.
Tal vez era por todo eso junto.
Mi papá se acercó enfurecido y le dio otra cachetada.
Fue un golpe fuerte, lleno de dolor.
—¡Llevas años mintiéndonos! Por tu culpa siempre odiamos a Magnolia. ¡Sira, eres una maldita víbora!
De pronto, Sira reaccionó. Una chispa de pánico cruzó su mirada.
Nunca pensó que yo les hubiera contado todo lo que dijo esa noche, pero enseguida volvió a fingir.
—Papá, hermano… no entiendo de qué hablan. ¿Qué yo maté a mamá? ¿Qué fingí? ¿Otra vez Magnolia les metió cosas malas de mí en la cabeza…?
Lloraba como si ella fuera la víctima, como si ella estuviera siendo lastimada. Si no fuera por esos videos, mi papá y mi hermano seguro le habrían creído todo. Pero con e