Estaba en el pasillo del hospital, llorando sin parar, mientras en mi mente se repetían de manera fugaz las escenas del pasado.Mi madre murió por una infección postoperatoria, después de darme a luz. Desde entonces, mi hermano y mi papá siempre me miraron con desprecio. Ellos solo quieren con el alma a mi hermana mayor, Sira Pietro, que es siete años mayor que yo.El día que Sira cumplió dieciocho, le hicieron un banquete impresionante, invitaron a todo su colegio y hasta había un pastel de diez pisos.Pero cuando yo estuve hospitalizada por neumonía, nadie fue a visitarme. Cuando Sira se enfermó, mi papá y mi hermano se turnaban con rigurosidad para cuidarla día y noche.Siempre pensé que, como yo «había matado» a mi madre, no merecía su cariño.En esa fiesta, Sira me empujó a la piscina a propósito y se burló de mí delante de todos, diciéndoles que yo fui la que había matado a mamá y que nadie en la familia me quería.Yo intentaba salir del agua como podía, pero los amigos de
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