Volver a ver a Leonardo fue en la entrada del hospital, justo después de que le hubiera llevado la comida a mi abuela.
Al notar esa silueta conocida, lo primero que quise fue dar la vuelta y largarme.
Pero Leonardo ya me había visto y me alcanzó rápido.
En estos meses parecía no haber descansado bien, su rostro estaba más cansado, marchito.
—Camila, ¿sabes cuánto tiempo te he estado buscando?
Me agarró con fuerza, apretando los dientes.
—Álvaro sí que sabe esconderte, te tiene bien guardada, casi pensé que jamás te volvería a ver
Me dolía la cabeza.
—Creo que ya no hay nada que decir entre nosotros.
Leonardo no se rindió:
—¿Cómo que no hay nada que decir? Dime por qué estás con Álvaro, por qué me traicionaste. ¿Acaso no fui suficiente para ti?
Por dentro casi me río de rabia.
¿Qué era eso de "ser suficiente"? Lo que hizo en estos diez años, ¿cómo iba a llamarse eso si no un desastre?
Y traición... el que huyó de la boda no fui yo.
Lo miré sin emoción.
—Cuando escapaste de la boda la ú