64 - Un trabajo para Milkai.
— Familia, ya llegué — grito, desde la entrada, y la primera persona en recibirme, es justamente la misma que extrañé en todo el día.
— ¡Arturo! — exclama, envolviéndome con un abrazo efusivo —. Hoy realmente te he extrañado demasiado, no me dejes tanto tiempo sola.
— Prometo no hacerlo, cariño.
— ¿Cómo estuvo tu día? — pregunta, mientras nos dirigimos hacia el comedor, donde ya sus amigos están sentados.
— Bien, Armando fue a verme. Más bien, me llamó, pero logramos localizarlo. Sigue dentro de la ciudad — Su rostro se contrae, volviéndose completamente sería —. Solo dejó una serie de amenazas, que ya conocía.
— A mí, me ha enviado un correo — confiesa.
— ¿Te sientes bien? — consulto, presionando su mano, ya en la mesa. Todos tienen sus ojos sobre nosotros.
— Sí. Tengo un poco de miedo, pero estoy bien al final de cuentas. Ya no quiero que nos haga daño.
— Y no lo hará — interviene su amiga —. El señor Arturo te cuida muy bien, y nos trajo aquí contigo, para que te sientas tranquila.