Las manos de Ethan temblaban levemente mientras conducía de regreso, marcando una y otra vez el número de Cheryl.
Llamada fallida.
Clavó la mirada en la pantalla, un nudo apretándole la garganta.
Estará enfadada. Solo necesita tiempo.
Se repitió el consuelo: si volvía, si se disculpaba bien, todo tendría solución.
Cheryl siempre había sido paciente, jamás le reclamaba nada.
Era tan buena con él... tan sin límites... que él había abusado, una y otra vez, ¿verdad?
No.
Ethan apretó el volante con fuerza. Un dolor agudo le atravesó el pecho, casi desplomándose sobre el volante.
Siempre había sido un conquistador, con palabras dulces para muchas... pero el único que realmente le había importado, de principio a fin, fue Cheryl.
Ella fue la razón para calmarse en sus momentos más turbulentos.
Y lo había arruinado todo.
No de golpe, sino empujándola poco a poco hacia el abismo.
No con palabras crueles, ni con violencia... sino con evasivas en lugar de promesas, con bromas en lugar de sincerida