CAPITULO 5

ELIZABETH

La paranoia no me deja en paz y lo único que hago, es huir de él porque no quiero involucrarme mas con esta familia y mucho menos con Damián, sus padres confían en mi y no quiero que piensen que soy una de las tantas chicas que andan detrás de los huesos de su atractivo hijo

—Liz, ¿te quedas conmigo hasta que me duerma?

—Claro.

A diferencia de él, su hermana es un ángel muy hermoso que quieres solo mimar, ella es tan adorable que no puedo decirle que no en nada, por mi estaba bien quedarme con ella ya que así evitaría que me siga su hermano torturándome y no sé cómo tomar sus torturas

“Ella me pertenece, entiendes. Solo yo puedo tocarla.”

Al recordar lo que dijo mi corazón se altera sin entender porque, pero luego el miedo me invade ya que él asegura de que seguro estuve soñando con él ya que soy tan boba que seguramente tengo sueños extraños con él “Fea y rara, perfecta combinación”

La crueldad no tiene limites para él, solo espero que esto se acabe y que encuentre a alguien mas a quien molestar, prefiero estar en el anonimato. “crueldad” todos son crueles, todos… por eso prefiero estar sola, aunque mis padres dicen que no es seguro ya que alguien querría atacarme como aquella vez, un extraño me persiguió cuando era niña y luego… “inhalo profundo” por eso odio no me agrada la oscuridad o los lugares solitarios

Al ver que ella se durmió, vi que la puerta se abre lentamente, al verlo palidecí, observa a su hermana y con un movimiento de cabeza me ordena salir. Entrecierro mis ojos porque no tenía más opción que hacerlo, no se porque, pero este chico es diferente a los demás, no le temo tanto a los demás, pero él… tiene algo que me causa tanto miedo que hace que mi mente grite que corra lejos de él o moriré.

Al cerrar la puerta él me toma del cuello y estrella mi cuerpo contra la pared, el dolor por el impacto me hace morder mis labios ya que nuevamente vi por un momento que sus ojos cambiaron de color, rojo intenso y esta vez no estaba alucinando.

—Creíste que podrías huir de mi todo el tiempo.

—¿Por qué me haces esto? —murmuro entre lagrimas —No te hecho nad…

Nuevamente me azota contra la pared haciéndome callar, de la nada escuché un gruñido escapar de él dejándome congelada, su sonrisa era tan siniestra que me hizo preguntarle quien era él. Su pulgar acaricia mi mejilla, observa lo que hace para luego decir que era mi verdugo tal y como me lo juró antes.

De pronto, el ladea una sonrisa y luego me dice que esta vez jugaremos un juego solo nosotros dos. Se aleja de mi y me lleva hasta afuera, comienzo a preocuparme cuando me dice que jugaremos el juego del lobo y la presa

—Damián por favor… no… —no quiero ir a la oscuridad. —La oscuridad me da claustrofobia…

—No me importa lo que digas o lo que te de miedo, jugaras, y es mejor para ti que corras.

Caigo sentada al ver que su cuerpo comenzó a deformarse frente a mí, mis ojos no dan crédito a lo que estaba viendo, es… imposible. Aterrada por lo que estaba frente a mí, una enorme bestia con filosos colmillos me hizo correr con todas mis fuerzas hacia la casa, pero el lobo negro se interpuso en mi camino y me jaló del pantalón y comenzó a arrastrarme hacia el jardín que era su bosque

—¡¡Auxilio!!...

Gruñía y cuando siento una mordida en mi muñeca me hizo gritar y levantarme para correr lejos de él, el aire frio golpea mi rostro mientras corro, no miro atrás y solo busco la forma de salir de la propiedad lo más rápido posible.

Cuando pude ver los muros, sentí por un breve momento un inmenso alivio, pero así como apareció se desvaneció al ver al lobo frente a mi camino, mis pies me fallan al deslizarme y caer frente a él, y sin esperar mas se abalanza sobre mi y muerde mi hombro con tanta fuerza que mis gritos no eran suficientes para demostrar el dolor que estaba sintiendo

Intento luchar con todas mis fuerzas, pero mi cuerpo comenzó a debilitarse lentamente sintiéndolo pesado, y cuando estaba a punto de cerrar mis ojos pude ver que un lobo mas pequeño cayó sobre él y lo mordió haciendo que me soltara, sonrío agradecida por lo que acaba de pasar, pero ese lobo pequeño tendría el mismo destino que el mío por intentar ayudarme.

—¡¡Liz, Liz!!...

Esa voz infantil llamándome me hacia recordar a la hermana pequeña del chico que se convirtió en una bestia infernal, conocía lo que era, pero jamás pensé que existieran los hombres lobos, creí que eran un cuento inventando por las personas

—¡¡Te juro que le diré a mi madre de esto Damián!!

Al escuchar su nombre me levanto de golpe y ahí estaban ellos nuevamente, cuando lo vi y que sonreía mientras mira mi hombro siento el dolor mas fuerte, esto era real, ellos no son normales, no son humanos como yo.

—Ustedes… son… hombres lobos.

La pequeña niña mira furiosa a su hermana diciéndole que le dirá a su padre de que ha revelado lo que son, el miedo lo tenia en mi garganta y huir no podía porque temía que lo que mi hizo Damián se volviera a repetir.

—No he dicho nada y lo sabes, además, ella no es una humana también así que no le he revelado a ningún humano lo que somos. Ya quítate ese hechizo Skay.

—¿Qué? —murmuro confundida.

Ella le dice que la deje en paz pero el la ignora y se acerca a mi diciendo que sabe muy bien lo que soy, yo ni siquiera sabia de lo que estaba hablando pero él no me creía y aseguró que esto solo era el principio de mi martirio.

—Yo no te hecho nada…

—Ya veras que esto no acaba aquí —él mira a su hermana y ella lo desafía con la mirada pero al final nos deja solos. —Ahora… quítate la camisa.

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