59.

Pude notar que Nicolás estaba diferente. Se veía más cansado, agotado, como si algo lo tuviera despierto desde la madrugada. Pero yo no me atreví a preguntarle nada. Era mejor guardarme la duda que arriesgarme a desencadenar algo de lo que no pudiera escapar. No pude negar que aquellas situaciones me intimidaban. Al parecer, siempre estaba intimidada cuando se trataba de Nicolás. Aquello comenzaba a aburrirme: estar constantemente a la defensiva, con miedo. Miedo de que me descubriera, de que alguna de mis palabras o mi acento pudieran delatarme. Pero era interesante, y deseé poder acabar con ello lo antes posible. Solo necesitaba acceder a las cámaras de seguridad, limpiar mi nombre. Eso era lo que yo necesitaba, nada más. Solo tenía que hacer tiempo y esperar que aquella cita extraña en aquel barco me diera el tiempo suficiente para conseguirlo.

— Estás muy hermosa hoy — me dijo Nicolás, pero no encontré en su tono de voz aquella misma energía halagadora. Lo decía genuinamente. Yo
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