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Llegamos a casa prácticamente devastados. Al menos yo me sentía tan cansada que lo único que quería en ese momento era dormir un año entero. Pero ahora, más que nunca, tenía que estar consciente y despierta. Ahora, sin mis hijos, podíamos enfrentar aquella realidad con más entereza. Pero antes de resolver cualquier inconveniente, de planear algo, yo sabía que Nicolás tenía que hacer aquello. Lo vi dudar en si yo debía acompañarlo o no, y al final, cuando dio un paso al lado, él negó:

— Quiero que estés conmigo. Quiero que lo veamos juntos. Creo que esto es algo que nos incumbe directamente a los dos.

Así que yo sentí… Pasamos a la sala principal. Kevin y Luis estaban en la casa, en sus respectivas habitaciones. Ahora todo se sentía más solitario sin Miguel y sin Doña Esmeralda. ¿Cómo cambiar las cosas? No era verdad. Antes pensábamos que Esmeralda era la villana de la historia, y ahora, aunque no había sido precisamente una buena mujer, ya no me parecía tan mala. Era viciosa y habí
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