**Valentina**

Cuando puse un pie en la isla de Skye, supe que había elegido bien. Había algo ancestral en esa tierra que parecía guardar secretos en cada roca, en cada ráfaga de viento. Todo aquí hablaba de un amor que no necesitaba adornos, solo verdad.

Mónica me miró desde la cabaña con los planos en la mano y una sonrisa cómplice en los labios.

—¿Estás lista para casarte en el fin del mundo?

—Nunca estuve más lista —respondí, y juntas nos pusimos manos a la obra.

Fueron días de preparativos silenciosos. De trazar cada detalle sin que Alejandro sospechara. Las flores silvestres que recogimos con Lucía, los hilos del traje que cosí cada noche mientras él dormía. Santiago me ayudó a coordinar la llegada de los invitados; Beatriz lloraba cada vez que veía los anillos; Camilo supervisaba los proveedores como si se tratara de una operación secreta.

—¿Y si lo descubre antes de tiempo? —le pregunté una noche a Mónica mientras bordábamos.

—No lo hará —dijo ella, con esa serenidad que siempr