Capitulo 36. Un Nuevo Jugador en el Laberinto: Valentina.
La puerta del atelier se cerró tras de mí, y el familiar murmullo de las máquinas de coser y las telas extendidas no logró calmar el torbellino en mi cabeza. Acababa de salir del desayuno más amargo de mi vida. Las palabras de Alejandro, la revelación de la boda adelantada, y sobre todo, las fotos de Valeria y Mónica, se repetían sin cesar en mi mente. Miré a Mónica, que estaba concentrada revisando unos diseños, ajena a la bomba que me habían soltado. Era increíble que ella, tan centrada y profesional, estuviera involucrada en algo así con la prometida de Alejandro.
Si en algún momento llegué a sentir culpa por la posibilidad de convertirme en la "otra" en la vida de Alejandro, esa culpa se mitigó drásticamente. Valeria, la prometida, la futura esposa, la que se supone debía ser la imagen de la perfección De La Espriella, estaba viviendo su propia historia secreta. De repente, mi enredo con Alejandro no parecía tan unilateralmente "incorrecto". Había algo de justicia poética en todo