109. El Flash que Capturó el Secreto
El silencio que siguió a la caída de Elio fue más profundo y aterrador que cualquier grito de batalla. Abajo, los pocos luisones que quedaban, al sentir la derrota de su Alfa, vacilaron. Su furia se desvaneció, reemplazada por un pánico primario. La jauría sin líder se desbandó, desapareciendo en las sombras de la usina como ratas que huyen de un barco que se hunde.
La batalla había terminado. Pero la usina no estaba en paz. Olía a victoria y a fracaso. A sangre y a cenizas.
Florencio se quedó inmóvil por un segundo, el fusil aún humeante en sus manos, contemplando la carnicería a su alrededor. Los cuerpos de los mercenarios, el de Kael, y los de las bestias, formaban un bodegón macabro. Miró hacia arriba. Vio a Selene, una silueta solitaria en la pasarela, temblando, apenas sostenida por la barandilla de hierro.
—¡Selene! —gritó, su voz un eco en la inmensidad del galpón.
Ella no respondió. Siguió mirando hacia abajo, al lugar donde había caído Elio.
Florencio no lo pensó. Corrió hac