36: La quiero solo para mí.
Son aproximadamente las tres de la madrugada y yo espero con ansias a Kimberly. Se está metiendo por todo mí cuerpo hasta las entrañas. No sé qué me hizo. Es impresionante lo importante que se ha convertido para mí. Escucho un auto detenerse y segundos después el timbre suena.
Enseguida me acerco y abro la puerta. Totalmente emocionado como un niño pequeño. Está vestida con otra ropa y su perfume inunda el lugar.
Sonríe en cuanto me ve y de un salto se sube encima, mientras pasa sus piernas por mí cadera. Toma mi rostro entre sus manos y me besa. En esa posición la llevo hasta el patio trasero de la cabaña donde una gran piscina nos espera.
La bajo de mí y ella se queda anonadada. La piscina está llena de rosas y una pequeña cena nos espera en la mesa.
—¡Vaya! No me esperaba esto, Chris —exclama asombrada.
—Aquella noche fui un patán contigo y quiero remediarlo —le beso el cuello y ella suspira en respuesta—. ¿Quieres cenar?
Ella ríe y niega con la cabeza.
—¿Quién quiere perder el ti