Santino maldecía en italiano, inglés y luego en el idioma que hablaba Donovan; pero él seguía en el suelo sin moverse, hacía un sonido de vez en cuando antes de finalmente suspirar cansado y relajarse.
-¿Qué pasa?, ¡sigue sangrando!, ¡PORQUE NO PARA DE SANGRAR!. - La mirada de Santino escrutaba todas las heridas que habíamos hurgado, en búsqueda de algún fragmento que todavía estuviera dentro, pero no era así. Pasaba los dedos por las heridas presionandolas esperando sentir alguna esquirla dentro.
“¡Debes darle sangre!, ¡entiendelo!”.
-Vamos Bella, soy un hechicero. No puedo darle MI sangre. -Santino seguía revisando las heridas. -Lo llevaremos al centro; debemos irnos ¡YA! la policía llegara en cualquier momento.-
-No podemos moverlo, ¡