XI. Rival
AMANDA
Regresamos a Canberra antes de tiempo, pero no pude ir directo al apartamento para tenerle una sorpresa a mi esposo. El Sr. Black estaba retrasado con varios compromisos, por lo que me pidió que trabajara extra para no incumplir ninguno de ellos.
—Necesito que organices mi agenda y de alguna forma asigna las citas que teníamos pendientes para este fin de semana. Normalmente no trabajo, pero con toda la situación que surgió aquí y teniendo en cuenta que la otra semana estoy lleno de compromisos, no tengo más opción que atenderlos entre el sábado y el domingo.
—Le avisaré a todos —lo miré, tratando de entender por qué se veía tan serio y molesto—. ¿Necesita algo más, Sr. Black?
—Sí, quiero ver el informe de las estadísticas. Supongo que ya tienes algo, ¿no?
—No he podido adelantar mucho estando aquí, pero espero tenerlo listo a tiempo.
—Déjame ver lo que llevas.
—Sí, señor.
Le entregué el computador en el documento que mantenía siempre abierto, puesto que no desaprovechaba cualqu