Conocí el amor con Sean Ford, atractivo, millonario, pero sobre todo un hombre atento y lindo, siempre creí en sus palabras de amor, era el hombre más perfecto del mundo para mí hasta que después de tres años de matrimonio lo encontré con su asistente en la cama. Fue decepcionante y la primera de muchas veces que me lastimará aunque dicen que el karma existe, cuando llegó con una noticia soprendente no se lo hubiera deseado. Margareth Ford... perdón la costumbre, Margareth O'Neill
Ler maisDespués de todos estos años me siento feliz, todo lo que pasado ya no importa, solo quiero vivir el presente, ir a ese viaje fue como un hermoso sueño del que no quería despertar, pero tenía que regresar por mis responsabilidades en la ciudad aunque no quisiera, ya no me importa lo que digan los demás, solo quiero seguir sintiéndome así.
–¡¿Dónde has estado?! –exclamó Sean.
Johan nuestro hijo se colocó detrás de mí por los gritos de su padre, él se dio cuenta de lo que había hecho, pero ya era demasiado tarde.
–Cariño, pídele a Madeleine que te ayude con tu maleta, ahora voy.
El pequeño se apresuró a subir las escaleras y en cuanto desapareció mi rostro se endureció.
–¿Qué quieres Sean?
–¿Quiero saber dónde han estado?
–De viaje y lo sabias muy bien, firmaste para que me llevará a Johan.
–Debiste regresar hace una semana, debiste decirme.
–¡Eso no te importa! ¡Puedo hacer lo que yo quiera!
–¡No cuando se trata de irte a otro país! ¡No puedes desaparecer!
–¿Por qué no vas a ver a tu Pauleth?¡Y me dejas en paz!
–Pauleth y yo terminamos.
–Al fin te diste cuenta que te quería solo por tu dinero –solté una risa agría –. O seguramente te dejó por alguien con más dinero.
–¡Yo terminé con ella! ¡Por eso te estaba buscando, pero no contestas tu maldito teléfono!
–Y porque dejaste a tu noviecita yo tengo que estar para ti siempre, lo nuestro se acabo hace muchos años, entiendelo Sean.
–¡No me puedes hacer esto, Maggie!
–¿Por qué? Merezco hacer lo que yo quiera, soy una mujer libre…
–¡Tengo cáncer! ¡Me voy a morir!
Pov. Aleksandr Kostov2 años después... –No puede ser, otra vez –me quejé cubriendome con la sábana.–Te toca, Aleks –habló Margareth.–No, yo fui ayer.–Y yo lo he cuidado todo el día.Tiene un buen punto, me levanté para ver la pequeña Elene, apenas tiene ocho meses, se parece a su madre con sus ojos verdes, pero tiene su cabello castaño como el mío, es una niña inquieta y amorosa, siempre busca mi barba y sonríe, regularmente duerme toda la noche, pero la llevamos al médico por una fiebre y no ha podido dormir, mi hermosa pequeña.Cuando llegué a su habitación Ina ya la tenía en sus brazos.–Ina, deberías estar durmiendo.–Nadie puede dormir con está pequeña –sonrió –. Pero no importa, aquí tiene brazos de sobra.Pasé las manos por mi rostro y fui a la mesedora para descansar. Elene no tardo en localizarme y se movió de los brazos de Ina hacía mí.–Lo lamento, hijo.–Está bien –sonreí al tomarla –. No sé cuanto tiempo pueda cargarla.–No digas eso.–Los hijos crecen, Ina, tú lo sab
Pov. Sean Ford. Un ángel, esa fue la palabra que pensé la noche que conocí a Maggie, su recuerdo es tan claro en mi mente, ese vestido amarillo y las zapatillas café, sus rulos dorados cayendo por su hombros, había llegado con una chica a la fiesta, pero me tenía tan abrumado que quise tomar aire y ahí fue donde la ví, eran tan hermosa jugando con el columpio, me acerqué a hablarle y se sentía muy bien estar con ella; era lo más cercano que conocía al amor, cuando se la presente a Richard me di cuenta que él quería conquistarla, pero ella no parecía interesada en eso, no parecía interesada en ningún chico y si había algún imbécil que se quería aprovechar de ella, yo mismo me encargaría de romperle la cara, para mi ella era un ángel que nadie podía tocar, era preciosa, inteligente y tan inocente, era perfecta. Cuando mi padre me rogó porque aceptará casarme con ella, en lo único que pensé era en darle la vida que merecía, nunca lastimarla y protegerla de todo, esa sería mi misión, deb
–Margareth –Aleks me llamó –. Ven conmigo. Había pasado casi una semana desde mi conversación con Faddei y las cosas en la casa habían mejorado, después de tres días se aburrió de tenerme en la oficina y decidió sacar el violonchelo a una de las salas, pasaba las tardes tocando y eso me relajó, ya no estaba tan abrumada, Johan empezó a insistir que quería volver a casa, las clases en línea eran más difíciles y aunque Aleks había traido un profesor, aún así extrañaba a sus compañeros, mi pobrecito pequeño estaba demasiado cansado y solo quería salir. Caminé con Aleks hacía las escaleras. –¿A dónde vamos? –A la habitación, quiero hablar contigo. –Podemos hablar en la sala. –Prefiero que sea en privado.Continuamos hasta llegar a la habitación, se sintió extraño al cruzar la puerta porque era como ese lugar conocido que te hace sentir bien cuando vas, esos dulces recuerdos me hacían querer meterme en la cama con Aleks y no querer salir nunca, solté un suspiro intentando controlar m
Subí las escaleras para ir a la habitación, estaba furiosa y solo quería salir de aquí, pero por ahora solo podía ir a la recamara, antes de llegar a la puerta Aleks estaba frente a ella, se dio cuenta de mi expresión porque cambió la suya en el momento que me vio. –¿Qué pasó? –Pasa que me quiero ir y no puedo –reclamé –. ¡Estoy harta de está maldita situación! ¡No quiero vivir así!–Maggie, cálmate. –Me calmaré cuando tenga que hacerlo.Aleks intentó tomar mis hombros con sus manos, pero estoy muy alterada, cansada de todo esto, quiero regresar, no quiero ver los malos gestos de Faddei o la preocupación de Irina, a Johan preguntando cuándo podremos ir a dar un paseo ó a los trabajadores de Kalia por toda la casa, me duele demasiado la cabeza, el pecho, el cuerpo, solo quiero descansar y parece que nunca voy a poder hacerlo. Las lágrimas salieron cuando escuché el corazón de Aleks en mi oído, me estaba abrazando, todo ese enojo salió con sollozos. –Lo siento mucho, nunca quise pon
Los días pasaron y me empecé a recuperar físicamente de las heridas que tenía, no podía decir lo mismo de mi estado mental, tenía pesadillas casi todas las noches sobre el lugar donde estuve encerrada y lo sucedido, casi no dormía y si lo hacía tenía que estar realmente cansada, quería irme a casa, salir de aquí y no sabía nada, si realmente podíamos irnos o no, en el día me entretenía con las clases de Johan y los asuntos de la empresa que manejaba a distancia, ahora solo quería salir de aquí. Deje de bajar a comer con los demás, siempre fingía estar ocupada con algo de la empresa; Mickaela o Irina me traían comida a la habitación que me habían dado, no había visto a Faddei en todos estos días y Aleks pasaba dos veces al día preguntando cómo me sentía y si necesitaba algo. –¿Cuándo podemos irnos? Esa era mi pregunta de todos los días. –El avión estará preparado cuando Kalia se comunique. Casi arrastraba esas palabras, llegó un momento en donde pensé que él no quería que nos fuéra
En el momento que bajé del auto Aleks llegó hacía mí para abrazarme, me sentía demasiado confundida y débil para rechazar su abrazo. –¿Estás bien? ¿Te hicieron algo? –No, ¿dónde está Johan?–Está en su habitación con Niko, le pedí a Mickaela que se quedarán, no sabe nada. –Al menos hay alguien más que no lo sabe –murmuré. –¿Quieres que te lleve? –preguntó. –No quiero asustarlo, voy a darme una ducha y luego lo veo.–Te llevó a la habitación. –No, Aleks –me alejé –. Ya hiciste suficiente. Caminé hasta la habitación, Irina intentó detenerme para hablarme, pero seguí caminando, llegué a la habitación para meterme en la ducha con la ropa puesta y deje caer el agua sobre mí, me sentía débil, asustaba e impotente, ¿qué se supone que debía hacer ahora? Kalia dijo que no podíamos salir de está casa hasta que ella avisará, solo quería regresar a la casa del lago y pensar que nada de esto pasó; olvidarlo; seguir con mi trabajo y cuidar a Johan, estaba atrapada aquí no sé cuánto tiempo.
Último capítulo