Robert la acostó por completo y quitó poco a poco el bikini mientras rozaba con delicadeza sus piernas, cuando la tuvo desnuda juntó sus piernas.
—Veamos cómo está tu equilibrio, Johana, quiero tus manos en el cabecero, y no las puedes mover de aquí.
—¿Qué vas a hacer?—preguntó ella sonriendo.
Robert echó una cucharada de helado entre sus pechos y éste rodó por su abdomen, pero Robert lo dirigió con la lengua hasta caer en su feminidad Johana levantó un poco las rodillas muy unidas y la porción más grande de helado quedó entre sus muslos fuertemente unidos y su centro, el líquido se filtrab