Capítulo 4.

Valentina observó su figura en el espejo, con un vestido de textura suave y color oscuro. Era la única mujer en esa familia luego de su madre, las uniones de sus hermanos no les habían servido de mucho, por lo que debía ser ella a quien enviaran al matadero prácticamente.

Los Crown no eran una familia con una fama de pacíficos. Al contrario, se hablaba de las torrenciales caídas que causaron en su recorrido por diversas ciudades.

Y ahora, ella sería la esposa del último hijo de Aarón Crown.

Adrián por su parte miró la hora con aburrimiento. Su condena como lo llamó estaba por sellarse.

Un matrimonio concertado, lo que sabía que pasaría de alguna manera. No se negó porque era necesario, pero odiaba el solo pensar que se tendría que casar con una niñita que de seguro no soportaría si les tocaba convivir. Apenas la conocía y la estaba odiando.

__ ¿Cuanto más va a tardar la princesita? - cuestionó al aire.

Todos estaban reunidos, esperando a la novia, quien ya estaba por decidirse por la opción que más le gustaba.

Escapar.

__ Estás hermosa, sobrina. - le dijo su tío entrando a la habitación. - Pero se te hace tarde.

__ Que se harte de esperar y se vaya, sería perfecto. - murmuró dejando el ramo a un lado. - Pueden hacerlo de otra manera.

__ Pero esta esta es la más rápida. - rozó su pulgar en su mejilla. - Te pareces mucho a tu padre. Tan fuerte y valiente como él, de seguro si te viera en este momento, dispuesta a sacrificarte para proteger lo que ayudó a crear, estaría orgulloso de tí.

Ahí estaba. De nuevo las palabras correctas para terminar con las defensas de su sobrina. Larry Bassett sabía muy bien cómo hacerla seguir sus órdenes, disfrazadas de solicitudes muy amables.

Porque no pasaron ni dos minutos antes que su sobrina tomara el ramo de nuevo. Cinco minutos más tarde, se avisó de la llegada de la novia.

Adrián soltó un bufido cansado. Sus hermanos se le unieron y él se posicionó en su lugar.

__ Dicen que es muy tranquila. - mencionó Joseph. - De seguro no tendrás problemas con ella.

__ De seguro - murmuró levantando la mirada hacia la chica de altura menor a la suya y cabello rubio casi platinado, fue lo único que quiso ver. Con el día podía verla mejor y aunque no le agradara, reconoció eso.

Aunque cuando se plantó a su lado el olor a piña le llegó a la nariz. Era alérgico a tales frutas, pero optó por ignorarlo.

La miró de reojo y volvió hacia el sujeto que comenzó a oficiar la boda concertada. Valentina lo vio por él rabillo del ojo y giró la mirada. La prepotencia de ese sujeto era muy conocida, ahora lo entendía al verlo mirando con desdén el sitio con pobres arreglos que su madre hizo.

Si tanto odiaba estar ahí ¿Porque no se iba?

Le haría un favor, se dijo.

Pero lo que no sabía era que ambos pensaban lo mismo del otro.

__ Estamos reunidos en este lugar para darle fin a una enemistad de dos familias, con una acuerdo que garantiza la integridad y seguridad de ambos apellidos. - dijo el sujeto. - Si hay alguien que no esté de acuerdo, es momento de que hable. Firmado el acuerdo, no hay vuelta atrás.

Leonardo estuvo tentado. Joseph incluso aclaró su garganta, pero Adrián negó, dando por hecho que así debían suceder las cosas. Dio su palabra y no incumpliría.

__ Bien, continuamos con la ceremonia. - Valentina no tuvo voz para decir que no, era su deber mantenerse en la decisión.

Solo llenó de aire sus pulmones y miró al frente.

__ Adrián Crown ¿Acepta usted a Valentina Bassett como su esposa, para protegerla y respetarla, garantizar que cuidará de ella el resto de su vida? - un asentimiento de cabeza fue todo lo que se necesitó como respuesta.

Solo querían que todo acabara rápido.

__ Valentina Bassett ¿Se compromete usted a serle fiel, respetar y honrar esta unión y a su esposo hasta el fin de sus días?

__ Sí. - dijo solamente, aunque deseaba todo lo contrario. El documento fue deslizado a Valentina, quien ya no podía dudar, así que le pasó el bolígrafo a su ahora esposo, siendo la primera vez que vio sin una sola emoción a los ojos del hombre que se fijó en los suyos.

La olas eléctricas avasallaron su tórax. Su piel se sintió tibia y el oxígeno que entró a sus pulmones no fue suficiente. ¿Como podía haber tanta luz en una mirada tan siniestra? No lo sabía, pero era muy interesante.

Adrián apartó la mirada y firmó, poniéndose derecho de nuevo, en tanto escucho un "bum" demasiado fuerte, hasta que se dió cuenta que era en su pecho dicho sonido.

__ Bien, el pacto está concertado. - declaró el hombre. - Que cada uno de los involucrados sepa que la unión no tiene fin, las salidas no existen ya que esas son solo terminadas de un modo.

Adrián miró su reloj una vez más y Valentina masculló con desagrado.

__ Podemos irnos. - dijo Adrián al saber que celebración no habría de ninguna manera.

__ No hay nada más que hacer aquí. - exclamó Valentina saliendo primero. - Matrimonio querían, matrimonio obtuvieron.

__ No, si es muy tranquila. - murmuró Adrián. Joseph arrugó las cejas. - Menos mal era concertado, de ningún otro modo, esto sucedería.

__ Opino igual. - levantó la voz la mujer que tiró el ramo. - Menos mal jamás volveré a verte, querido esposo.

__ Menos mal. - alegó Adrián con hastío yendo a su auto.

Necesitaba una botella entera para pasar el mal momento. Esperó que pudiera olvidar tal cosa, aunque no era como si saberse casado era algo temporal.

Caída la noche entró a un club donde el rojo predominó y la música retumbó en cada esquina. Buscó el sitio donde estaría y pidió que le llevaran el licor que sería su acompañante en ese momento.

Sus hermanos lo entendieron y solo se quedaron en el lugar para vigilar que no pasara a más.

Valentina por su parte entró a un baño, la luz no servía o así era siempre, pero no le importó. Tenía demasiado licor en su sistema como para importarle eso, se lavó el rostro, pero el calor de su cuerpo exigió más.

La última bebida le supo mal y no quiso probar más.

Su madre se quedó furiosa con ella, pero en ese instante era lo de menos. Ya sé había casado como quiso, no tenía con qué amenazarla.

La puerta se abrió y ella pidió un momento, antes de que se tambaleara, sus tacos eran muy altos haciéndola irse de frente, logrando detener su caída debido a los brazos grandes y fuertes de alguien que la sostuvo.

__ ¿La princesita se sintió mal? - la risa ronca la hizo elevar la mirada, encontrando un color que había visto varias veces y aunque en ese momento no supo donde, tuvo el mismo impacto.

__ Ni creas que por estar borracha, no sé defenderme. - se liberó de él. - ¡Pff! Este es el baño de chicas... vete antes que llame a seguridad.

__ Este es el baño de hombres. - respondió el sujeto que se cruzó de brazos y apenas distinguió. - Y está fuera de uso.

__ ¡Mentira! - caminó hasta la puerta para enfocar la figura y la advertencia que antes no pudo ver. - ¡Oh, es verdad! Que raro, eso no estaba cuando llegué. - se pasó el dorso de la mano en la nariz. - Eres muy guapo...no sé cómo te llamas o no lo recuerdo...pero tienes muy bonitos ojos, se parecen a los de un sujeto nefasto que...- se tambaleó y Adrián la volvió a sostener. - Te pareces al señor hielo... pero creo que él no tiene corazón.

Adrián no supo porqué aún escuchaba las incoherencias de una desquiciada borracha o porque no la soltaba.

__ Dice que no soy importante para nadie. - hizo mala cara. - Pero le voy a demostrar que lo soy. Lo seré para él, para mí mamá, para Fabrizio y para... para tí. - acarició sus labios. - ¿Te gustaría que fuera importante para tí?

__ Siendo una borracha loca, vas a conseguir mucho. - la reprendió y ni él entendió porqué. Solo la soltó y alejó para dejar de tener ganas de hacer algo estúpido.

Adrián salió del lugar a paso rápido. Pero pronto se detuvo al oír como un borracho estaba tratando de convencer a Valentina de entrar con él al baño.

Se dijo que ese no era su problema y siguió su camino, pero cuando el "no" de la chica salió de su boca, apretó los puños y se maldijo solo, al no ser capaz de avanzar y en dos zancadas gigantes estaba lanzándolo hacia el piso con un puñetazo a su cara.

__ Ni siquiera la conoces, hermano. - se limpió la nariz ensangrentada.

__ Ella es mi es...- se sintió ridículo admitiendo eso. Solo movió la cabeza y observó a la mujer que tenía el vestido casi a la mitad de sus muslos. - ¡Carajo, Adrián! Solo déjala, no es tu problema.

Lanzó una advertencia hacia el borracho que se fue y este lo siguió, siendo interceptado por su hermano.

__ ¿Esa no es tu...- le preguntó Joseph.

__ No importa. Es mejor irnos. - espetó al ver llegando a su tío por ella. Él se haría cargo.

__ ¡Amo a ese sujeto! - gritó la chica desde la distancia. - Oíste tío, dale una muy buena propina. Fue muy amable.

La risa solo lo enojó más. Era un insulto para él tener una esposa como ella.

"Pude casarme con un maldito tejón y me hubiera salido mejor" pensó, agradeciendo que no volvería a verla. No podía convivir con alguien como ella, jamás.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo