Capítulo 3.

Mientras una aterrada Valentina no lograba recuperar el aliento, Adrián tenía la vista clavada en la mujer que reconoció al instante.

No creyó la mala broma del destino, pero ahí estaba, una chiquilla de imagen preparada como si fuera la más decente del mundo. Pero él sabía lo perversa que podía ser y lo maldit4 también, porque su reloj en su muñeca desapareció esa noche y no tenía que ser adivino para darse cuenta quien lo tenía.

__ Tú prometido es Adrián Crown. - señaló su madre como si su hija pudiera responder ante eso. - Saluda, no te quedes así.

__ No vamos a hacer esto más extenso. Sabemos las razones y no vamos a fingir que salió de un romance. - declaró Adrián, sin quitarle los ojos de encima. Avanzó hacia ella y tomó la mano sin ninguna pizca de sutilidad, le extendió el dedo anular e introdujo la argolla.

__ Adrián. - le habló su padre y solo ahí cambió su semblante. - No habiendo nada más que tratar, nos vamos. La boda se llevará a cabo al mediodía de mañana.

Valentina quiso hablar, pero ver el anillo y soltar la mano del tipo que la vio como si quisiera aplastarla, la regresó a la realidad.

__ ¿Mañana al mediodía? - preguntó con la esperanza de que alguien la corrigiera. No fue así, su madre disimuló cuanto le molestó que se quedara callada y a los demás les importó poco los arreglos que se hayan dado en la familia, pues eso era con una finalidad y todos sabían que Adrián no estaba aceptando por gusto.

Regresó a su habitación sin mirar a nadie. Tenía que escapar de ahi. Adrián había visto esas actitudes muchas veces, todas huían y ella no sería la excepción.

Volvió a su auto al que subió junto a su padre.

__ ¿La conoces? - le preguntó Aarón al verlo tan enojado. Pues siempre era pacífico, pero no en ese momento.

__ No congenio con princesitas lloronas. - contestó poniendo el auto en marcha.

No iba a explicar lo que había pasado. No le interesaba, si bien no le importaba la reputación de una ladrona, decir que le habían robado la única cosa que Silvia le dió antes de marcharse con Geovanny, era rememorar el enojo que sintió al no verlo en su mano esa mañana.

No lo explicaría, solo esperaría el momento adecuado para recuperarlo y si ella actuaba como el resto, iba a huir.

Esa noche después de estar en la cena con su familia, salió con una sola dirección en mente.

Recorrió la desolada carretera hasta detenerse frente al cruce que le daba vista a la casa que podía ver perfectamente desde ese sitio.

Paciencia lo describía cuando de acechos se trataba. Por lo que cuando vió la figura que cayó de una ventana al pasto que había en el jardín, se dió cuenta que su intuición no fallaba en esos casos.

Caminó tranquilamente luego de ver que ruta había tomado. Mientras tanto Valentina pisó el suelo donde no rompiera ni una hoja seca, tratando de que su mochila con lo básico no se le cayera tampoco.

Pero correr no le daría resultados cuando llegó a la carretera y el festejo en silencio se vió interrumpido por la figura que encontró al volver la vista hacia atrás y luego al frente de nuevo.

El terror cubrió su cara cuando lo vió y reconocerlo le fue fácil, aún en la oscuridad.

__ ¿La princesita quiere escapar? - le preguntó Adrián al ver a la ladrona ante él.

Valentina no supo si empujarlo o golpearlo, pero sí decidió que no se quedaría quieta cuando con su mochila le estampó un golpe que lo tomó por sorpresa, moviéndose un poco, dándole la oportunidad de correr a la chica que no sabía porqué huía, solo entendía que debía hacerlo.

__ Mal...

Adrián se contuvo de no sacar el arma que llevaba en la espalda y romperle las piernas y en zancadas grandes la alcanzó, tomando su brazo para girarla bruscamente.

__ ¡Suéltame! Esto ni siquiera es...

__ ¿Donde está mi maldit0 reloj? - le cuestionó para que no creyera que era por ella que estaba ahí.

Sí se iba era mucho mejor. No tendría que soportar más de esas escurridizas huidas.

__ ¿Haces esto por un reloj? - se vió sorprendida.

__ ¿Por qué más? - preguntó burlesco. - ¿Por tí? - sus ojos se clavaron en los labios templados de la rubia que se veía con ganas de enterrar sus uñas en sus ojos. - ¿Que te hace pensar que eres tan importante?

Que lo dijera de esa forma le volvió a estallar el enojo a la chica que se esforzó por ser soltada. Él la libero a la primera.

__ ¿Crees que voy a luchar por tenerte conmigo? - soltó con frialdad. - Que sueños tontos te haces, princesa. No todo es un cuento de hadas, quítate las tonterías de la cabeza y actúa como alguien lógico.

__ Lo dice quien acecha en la oscuridad a...

__ A la ladrona que me robó algo valioso. - la silenció. - Es lo único que necesito de tí.

Ni siquiera la vio con un poco de agrado. No parecía el mismo hombre que no dejó de besarla la noche anterior. Ahora era alguien despiadado que no se calló lo que pensaba.

__ No lo tengo. Ni siquiera sé de qué hablas. - se puso la mochila en el hombro. - Si es todo lo que buscas, compra otro igual y asunto arreglado.

Adrián estaba perdiendo la paciencia. Que lo trataran como si fuera un idiota no le agradó para nada. ¿Quien creía que era? Apenas la conocía, pero le enojaba de sobremanera la actitud hacia él, odiaba que alguien lo desafiara, pero a ella le apetecía romperle la voluntad a base de...

__ Sé que lo tienes. Pero no voy a pelear con una caprichosa cobarde. - exclamó con enfado. - Vete, me facilitas la vida de esa manera.

__ Tus tratados se irán al carajo sin mí. - se rió en su cara.

__ Tan necesaria no eres. Ni para mi familia, ni para la tuya. Porque de otra forma no te hubiesen puesto como un negocio tan fácil de obtener. - soltó devolviendo el gesto.

__ Eres un maldit0. - farfulló la chica con odio.

__ Pero soy necesario. - se dió la vuelta para regresar a su auto a unos cuantos metros de ese lugar.

A Valentina ni siquiera le importaba él, pero las palabras tan hirientes fueron demasiado ciertas para ignorarlas. No supo ni porqué lo hacía, pero tomó un palo que había en la orilla de la carretera y se abalanzó sobre él, quien al oír los pasos veloces, se giró y pudo detener apenas el golpe que iba directo a su cara.

De un movimiento rápido se lo quitó y lo lanzó al suelo de nuevo. El odio estaba en los dos.

Él emanó frialdad, dominio y un hielo que congeló los huesos de la mujer que le lanzó el mismo sentimiento en pinceladas que quemaron en su pecho. Una lucha nació sin que ninguno de ellos moviera ni las pestañas.

__ Vete. No eres más importante por quedarte que por irte. - exclamó Adrián. - Pero si te vas, escóndete muy bien porque una burla a un Crown también se cobra y tú la estás haciendo.

__ Un apellido no te define como un señor al cuál arrodillarse. - lo desafió.

__ Pero si te arrodillaste, princesa. - le tocó la barbilla y ella ardió. - ¿Te recuerdo para qué?

Esta se alejó de inmediato.

__ Claro que lo recuerdas. Al menos de eso no me quejo. - se acercó mucho más que antes.

__ No diría lo mismo de tí. - la sonrisa se le borró, pero tal cosa fue respondida por el beso feroz que le robó el aliento, durando dos segundos solamente. Provocando más daño de otros que fueron más duraderos.

__ Los gimoteos no dijeron lo mismo. - se alejó limpiando su boca mostrando que el mismo desagrado existía para él. - Pero de casarme contigo, jamás te pondría otro dedo encima. Las lloronas no son mi tipo y me hubiese gustado saber que eras una antes de follar contigo.

Giró sobre sus talones para regresar por donde llegó.

__ No sabes cuánto disfrutaré cuando hayan ruegos de tu parte. - declaró ella. - Yo puedo causar daño y mucho más que tú.

__ Con tus llantos, tal vez te suplique para salvar mis tímpanos. - elevó la voz desde la distancia, causando que ella se jurara a sí misma algo que repitió en su mente.

Si no era importante para nadie, se volvería imprescindible para todos. Así le costara, los haría pagar y tragarse sus palabras, se juró.

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