Capítulo 5.

El nuevo día llegó y con ello la culpa de Valentina por haber bebido la noche anterior. La cabeza estaba por estallarle y más con los gritos sin piedad de su madre que no eran para nada conciliadores.

__ Solo baja la voz. Me casé, es lo que querías

- le dijo la chica, dándose cuenta que eso solo la enojó mucho más.

__ ¡¿Como demonios se te ocurre ir a beber?! ¿Acaso no te he enseñado que una señorita de casa debe mantenerse siempre en sus cabales? No convertirse en una mujer del bajo mundo que...

__ Es una inconsciente que no piensa en cuidar su imagen. - se sumó su hermano mayor haciendo que Valentina se fijará en él. Carter estaba ahí, si él llegó, de seguro Cole y

Grayson también. - No haces más que portarte como una...

__ Como me comporte ya no es de su incumbencia. Casarme con alguien que puede asesinarme en cualquier momento no es lo que soñé con hacer a mis 21, pero lo hice. - se puso de pie. - Por ustedes y la estupidez de dejarse influenciar de cinco ancianos que no hacen más que controlar todo ahora que mi papá no está.

__ No te permito...

__ No, ya no tienes que permitirme nada. Me casé, tengo mi parte de la herencia. Me largo de aquí. - quiso entrar al baño. Pero Carter atajó su escape.

__ Claro que te vas. - le dijo. - Pero a casa de tu marido.

La jaqueca de Valentina se volvió una migraña mucho más potente que nunca.

__ ¿Que quieres decir?

__ Que por mandato del concejo y sugerencia del tío Larry irás a la casa que tu marido tiene para ustedes, sellando el tratado. - cerró los dedos en su brazo. - Y ni creas que vas a negarte, porque la oferta de vender aún está en pie y la única forma en que dejará de ser considerada como una opción, es si tú haces tu parte del trabajo.

__ Es el emporio de papá, Carter.

__ Y está muerto. - la liberó. - Si nos andamos con sentimentalismos, perderemos todo y eso ahora no es una opción. Así que quítate el olor a borracha barata y prepara tus maletas. Iré yo mismo a entregarte a él.

Sabían del amor que Valentina tenía por todo lo que su padre poseía, por lo que no se les hizo difícil tomar partido de eso. Nadie iba a apoyarla, ella los necesitaba, se apoyarían en eso cuanto pudieran y verla arrastrando su maleta casi tres horas después les dió la certeza de que haría lo que querían, con tal de mantener todo lo que Renzo dejó para ellos.

__ Espero que estén contentos por esto. - les aplaudió irónica. - Porque en cuánto pueda recuperar todo lo de mi padre, no les daré un carajo.

Sus hermanos vieron la misma determinación que su padre mostraba en todo momento, pero ella era una mujer. ¿que podría hacer? se dijeron.

Carter desvalorizó siempre a su hermana, Cole era el que menos le interesó lo que sucedía y Grayson, él no tenía más opción que apoyar.

__ El vuelo sale en media hora. - dijo Mirna del brazo de Carter. - Es bueno que nos vayamos.

Que ella la viera como alguien superior le enojó más a la menor de los Bassett. Siempre tenía opinión en los asuntos familiares y aún no se casaba con su hermano pese a ser una mujer que acababa de conocer.

Pero no iba a discutir con ella. Ya sabía que jamás se callaría si comenzaba a decir porqué ella sí tenía un lugar en ese lugar.

Prefirió subir al vehículo que los trasladó a la pista, donde el avión de su difunto padre despegó, aterrizando horas después en Manhattan.

__ Si haces berrinches de nuevo, espero que al menos cuides la lengua y no digas que perteneces a nosotros. - advirtió Carter.

__ Ahora me da vergüenza el apellido, no te preocupes. - fingió obediencia para luego mostrar el rencor que tenía hacia a él también.

En poco tiempo y con una carretera mojada por la reciente lluvia, Valentina pudo ver una casa de un estilo muy original, único y con unas columnas con figuras talladas que le gustaron. Al menos no era una cueva.

Mirna se arregló el labial una vez más y salió del vehículo, atrás de Carter, el cual llevaba del codo a su hermana. La puerta le fue abierta de inmediato cuando dijo la razón del porqué estar ahí.

__ Suban la maleta a la habitación al final del pasillo. - dijo Adrián al salir del despacho.

__ De rivales a ¿cuñados? - se burló Carter. - Que buen cambio ¿no?

__ ¿Tú mi rival? - cuestionó el hombre de mirada ámbar.

__ Me quedé con el premio. - se mofó, mientras Valentina vio la razón del porqué Carter mencionó tal cosa, Mirna. La cual no disimuló ni un poco lo que ocurría, asqueando más a su cuñada y ahora esposa de su ex.

__ Cuando quiero algo de verdad, lo consigo y lo mantengo conmigo. - soltó comenzando a subir las escaleras.

Con un movimiento de cabeza le indicó al hombre que lo acompañó para que los echara de su casa. Sin mirar con verdadero interés a ninguno de los tres.

Cárter tuvo que soportar las ganas de tomar un camino más rápido para enfrentarse al hombre que siempre le ganó en competencias que él se formó solo, pues cuando Adrián quiera competir, no permitía ni siquiera que supieran la ventaja que tenía.

Valentina no tuvo opciones. Se vió sola cuando su hermano se marchó, en una casa donde no sabía ni que podía hacer. Solo siguio el camino a donde escuchó que llevaron su maleta, hallandola fácil.

La habitación tenía paredes oscuras, que aunque fuera elegantes, no le quitó lo frío y solitario. Como él. Asomó por la ventana y la seguridad en ese lugar era óptimo. Lo creyó un paranoico por tener tanta vigilancia, siendo el adjetivo menos ocurrente para describirlo.

__ Señorita, el señor Adrián envió esto para usted. - dijo el hombre con traje ajustado que se presentó como el asistente Monroe. - Son los reglamentos que dispuso para usted.

__ ¿Mis qué? - arrugó la hoja que recibió.

__ Son lineamientos por...

__ No me importa por qué sean. ¿Quién se cree? ¿Dios? - el asistente Monroe se movió para no recibir la bola que formó con la hoja, la junto y ella se lo volvió a quitar. - ¿Donde está Arrogadrián?

__ ¿Quien?

__ El arrogante Adrián. - aclaró.

__ En su despacho, pero...

No lo dejó terminar de hablar cuando salió disparado a ese lugar, con la hoja que apretó más fuerte. Pasos grandes, veloces y furiosos, mientras el asistente Monroe corrió para alcanzarla. No pudiendo detenerla cuando abrió la puerta de par en par.

Adrián solo sintió como la bola de papel le impactó en el pecho, antes de ver a la mujer enfadada que le quería cortar la cara.

__ Que sea tu esposa, no quiere decir que voy a seguir lineamientos para controlarme. - determinó. - No soy de tu propiedad para ser tratada como una esclava

__ Monroe, sácala de aquí. - ordenó el hombre sentado tras el escritorio.

__ Me pones una mano encima y también será contigo. - advirtió Valentina deteniendo el intento del asistente, volviéndose hacia su jefe de nuevo. - No voy a seguir reglas de cuántas veces puedo abrir las puertas de la celda que me diste, no soy tu maldit@ esclava.

__ Reclama cuando tengas voto en el tema. - soltó él. - Y si tuviera una esclava como tú, ya le hubiese enviado a sellar la boca por insolente.

__ ¡Pero no lo soy! Y no voy a tolerar ser tratada como tal. - se defendió.

__ Si fueras una esclava te haría bajar la cabeza, las rodillas y los humos a punta de zurras, insolente. - dictaminó Adrián.

__ Y sí fueras mi dueño te mataría si me pones una mano encima. - respondió segura. El arma que había en el escritorio fue su objetivo.

La risa burlona de Adrián la enojó mucho más, tomando el arma con el que le apuntó.

Creyó que al menos mostraría un poco de temor, pero no hubo nada de eso en él. Impávido. Sin bajarle ni la mirada se levantó pegando su pecho al cañón.

__ Dispara. - la instó. Ella movió el dedo en el gatillo en tanto los ojos llameantes la quisieron quemar viva. - Dispara, princesita.

Adrián vio decisión en ella. Lo quería muerto, eso era innegable, pero no fue capaz de hacerlo. Enterró aún más su pecho en el cañón, a modo de provocación obligándola a retroceder.

Dos miradas llenas de rabia que colisionaron ferozmente, mezcladas con sensaciones que volvieron el entorno como si una capa de hielo estuviese siendo derretida, pues un vapor se levantó entre los dos y mantuvo esa firmeza que los redujo a un reto que ninguno parecía querer detener.

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