En su oficina, la madre de Sebastián, esperó qué sus muchachos entren y cerró la puerta.
Estaba indignada con las palabras que habían susurrado entre ellos, sobre las chicas.
-Escuchen los dos, mangas de degenerados, si las chicas necesitan trabajar, las tomamos, pero ésta empresa no es para que las contraten solo para sentirse poderosos y que ellas accedan a lo que ustedes quieran.
Rosita estaba realmente furiosa con su hijo y con su sobrino, no aprobaba la manera que ellos tenían de comportarse.
-Tía, nosotros…
-No quiero escucharlos hablar así otra vez o se quedan sin la empresa.
-Pero ya firmamos los documentos de traspaso, cuando renunciamos como profesores y tenemos el 80% de la cosmética entre los dos.
-Evidentemente cometieron un error, no leyeron la letra chica.
-¿QUEEEEE?
Preguntaron los dos a la vez.
Estaban asombrados por las palabras que decía Rosita, aunque creyeron que eran solo amenazas.
-Siempre están diciendo que con la letra chica se comen a las demás empresas.
-Es v